Sociedad | En tiempos de la cuarta revolución industrial

La capital del conocimiento

En el contexto de la cuarta revolución industrial -caracterizada por la convergencia entre inteligencia artificial, robótica, biotecnología, nanotecnología y big data- Buenos Aires se posiciona como un nodo estratégico para el desarrollo científico-tecnológico de Argentina. Su infraestructura, talento humano y ecosistema de innovación la convierten en una plataforma clave para impulsar la economía del conocimiento y enfrentar los desafíos del siglo XXI. Ese futuro posible se encuentra hoy seriamente amenazado por la motosierra de Milei. Buenos Aires, 7 de octubre de 2025. El corazón de esta transformación es el Polo Científico Tecnológico, ubicado en el barrio de Palermo. Este complejo de 45.000 m² alberga al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, y varios institutos de investigación interdisciplinarios. También incluye el Centro Cultural de la Ciencia (C3), un espacio interactivo que promueve la divulgación científica y el pensamiento crítico entre jóvenes y adultos.

Además, la Ciudad avanza con el desarrollo del Parque de Innovación en Núñez, en el predio del ex Tiro Federal. Este proyecto busca reunir universidades, empresas tecnológicas, centros de investigación y espacios públicos para fomentar la colaboración entre sectores y generar empleo calificado. Según el gobierno porteño, ya se han creado más de 30.000 puestos de trabajo en los distritos tecnológicos, audiovisuales, de diseño y de las artes.

Talento y formación

Buenos Aires concentra más del 40% de los investigadores del país y cuenta con universidades de prestigio como la UBA, la UTN, ITBA y la Universidad de San Andrés, entre otras, que forman profesionales en ciencia de datos, ingeniería, biotecnología y economía digital. La ciudad también alberga incubadoras, aceleradoras y espacios de coworking que conectan startups con capital de riesgo y redes internacionales.

El ecosistema emprendedor porteño ha dado lugar a unicornios tecnológicos como Mercado Libre, Globant y Auth0, demostrando que la innovación local puede competir a escala global.

A pesar de su potencial, Buenos Aires enfrenta desafíos estructurales:

- Falta de articulación adecuada y oportuna entre ciencia, industria y Estado.
- Desigualdad en el acceso a la tecnología y la formación digital.
- Reducción del presupuesto nacional en ciencia y tecnología, que afecta la continuidad de proyectos estratégicos.

En este contexto, el rol del gobierno local es clave para sostener la inversión, promover la colaboración público-privada y garantizar que el conocimiento se traduzca en desarrollo económico y bienestar social. Pero aún le resta mucho para cumplir adecuadamente ese papel.

La cuarta revolución industrial no es solo una cuestión tecnológica: implica repensar el modelo productivo, educativo y urbano. Buenos Aires tiene la capacidad de liderar este proceso si logra consolidar su infraestructura, retener talento y fomentar una cultura de innovación inclusiva.

Con políticas sostenidas, inversión estratégica y visión de largo plazo, la ciudad puede convertirse en el principal polo científico-tecnológico del país y en un referente regional en la economía del conocimiento.

El ajuste no es respuesta

La potencialidad de Buenos Aires como polo científico-tecnológico nacional se ve seriamente amenazada por las políticas de recortes presupuestarios impulsadas por el gobierno nacional actual. Estas medidas, lejos de ser meros ajustes administrativos, están generando un impacto estructural que compromete el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación en todo el país.

Durante los primeros 17 meses de gestión del presidente Javier Milei, se han registrado recortes presupuestarios sin precedentes en organismos clave como el CONICET, el INTA, el INTI, la Comisión Nacional de Energía Atómica y las universidades públicas. La inversión estatal en ciencia y tecnología cayó un 32,9% en 2024, reduciendo su participación en el PBI al 0,208%. Además, se eliminaron más de 70 programas científicos considerados "no prioritarios", afectando áreas como medio ambiente, ciencias sociales y salud.

Como principal sede de instituciones científicas y universidades del país, Buenos Aires sufre especialmente este ajuste:
- Investigadores admitidos por el CONICET antes del cambio de gobierno siguen sin poder ingresar por falta de aval del Ejecutivo.
- Becarios y científicos se ven obligados a abandonar proyectos o buscar financiamiento externo, lo que fragmenta equipos y paraliza investigaciones.
- Universidades como la UBA enfrentan una caída del 25% en su presupuesto real, afectando la formación de talento y la continuidad de carreras científicas.

Estos recortes no solo afectan el presente, sino que comprometen el futuro del país en la cuarta revolución industrial:
- Se frena la articulación entre ciencia, industria y Estado.
- Se desincentiva la inversión privada en innovación ante la falta de respaldo público.
- Se genera un éxodo de investigadores, debilitando el capital humano acumulado durante décadas.

Buenos Aires tiene el potencial de liderar el desarrollo nacional en inteligencia artificial, biotecnología, energías renovables y economía del conocimiento. Pero sin una política científica sostenida, ese potencial corre el riesgo de convertirse en una promesa vacía. La ciencia no es un gasto: es una inversión estratégica para el crecimiento, la soberanía y el bienestar. Como afirman los científicos movilizados bajo la consigna "No hay futuro sin ciencia", el país necesita una visión de largo plazo que reconozca el valor del conocimiento como motor de desarrollo. Buenos Aires puede ser el faro de esa transformación, pero necesita que se encienda la luz.


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