Comunales | Rincones del Once

El mini Barrio Chino

La zona comercial de Balvanera es como una Tebas griega. Tiene 100 puertas de acceso, incluso más. Una de ellas es a través de su mini Barrio Chino, donde uno puede disfrutar de productos y sabores del lejano oriente sin salir del Once. Sobre la avenida Rivadavia hay supermercados con alimentos importados. En la calle Pasteur se consiguen figuras coleccionables.
Buenos Aires, 5 de febrero de 2019. En la Ciudad de Buenos Aires es tradicional el paseo por la calle Arribeños, en el Bajo Belgrano, eje de los festejos del año nuevo chino, en especial con espectáculos en las Barrancas. Sin embargo, en la Comuna 3 ofrece también un paneo por esta cultura milenaria. 

Por un lado, están los supermercados de la avenida Rivadavia. Ingresar allí es dar un paseo por otra tierra, otras costumbres, otros aromas y gustos. La disposición es la de un mercado tradicional, pero en sus góndolas abundan los productos con letras orientales, colores llamativos, formas nuevas. La intriga se antepone y uno parece estar más encaminado en una aventura que en la compra para llenar la heladera. 

Hay algas de mar para hacer sushi, snacks de tofú picante, sopas instantáneas gusto a camarón, sake, variedad infinita de salsas de soja. Uno puede adivinar qué contiene cada paquete, pero cuando aparece uno que dice "dong chi liu nian" es mejor preguntar a los responsables del mercado.

Uno de los mercados es Super Fu Wang, que está en Rivadavia 2438, sobre un edificio antiguo de una planta. Al lado hay una puerta negra con escaleras que llevan a un restaurante en el primer piso, que es frecuentado por la comunidad oriental. Cuando se camina por la vereda resalta al instante porque el cartel sobre la persiana simula el techo de un templo tradicional, rodeado por dragones y aves azules y un sol naciente.   

Por dentro se pueden apreciar sectores bien diferenciados: galletitas, snacks y caramelos; pescado fresco; comida envasada; bebidas importadas; dietética. El esquema se repite en otros mercados. Un aspecto positivo es que se venden productos elaborados para comer al paso, como panes rellenos o fideos secos. 

Abundan los paquetes de fideos de arroz, distintos tipos de arroz integral, semillas y tofú en variedades. Los precios son elevados por la porción que ofrecen y uno puede atribuirlo a las cuestiones de importación. Por caso, una lata de jugo llega a los $80, mientras que paquetes de sopa superan los $120. Los snacks no bajan de $50 y hay cajas de té a $200 o bocados de chocolate y té verde a $230. 

Durante la recorrida, este medio consignó que en las colas y góndolas había muchos integrantes de la comunidad oriental, pero no se quedaban atrás los locales. "No sé si la comida, pero cómo condimentan sí me gusta, por eso llevo picantes y salsas de soja o teriyaki", dice Marcos, vecino que agrega: "Con un par de veces que venís y preguntás te vas haciendo una idea de todo lo que hay acá".

Otro de los supermercados de este corredor está en Rivadavia 2216. Se llama Jin Hay Wan y en el frente tiene una heladera gigante con jugos, comida cocinada y otro tipo de alimentos como tortas heladas. 

Por dentro la dinámica se repite. Por ejemplo, las cajas están atendidas por orientales, mientras que en las pescaderías hay trabajadores paraguayos o venezolanos. Abundan los langostinos pelados, la trilla y suelen haber ofertas de merluza y calamar, que son más habituales en las dietas locales. La disposición viene a separar los snacks y dulces de los productos envasados y las salsas. Aquí también se venden ollas estilo wok y hay una góndola enorme con semillas y productos dietéticos: arroz basmati, arroz fortuna, soja texturizada chica, panko, mijo pelado, harina de lino, poroto aduki, poroto mung. 

Complementan este paseo las decenas de rotiserías chinas que venden comida al peso en la zona. Ejemplo de ella es la de Rivadavia 2034. Tiene la mercadería al ingreso y amplias mesas al fondo para sentarse, con muros blancos adornados por pinturas de montañas orientales. Una característica es que a media tarde rematan bandejas con mercadería que no se vendió al mediodía. Los precios son convenientes y sirven para resolver más de una cena.

A la calle Arribeños de Belgrano, aparte de los locales de gastronomía y los supermercados de productos importados, la caracterizan sus locales que venden figuras de acción y muñecos coleccionables, muchas veces vinculados a la animación japonesa. En Once, sobre la calle Pasteur, y aledañas como Mitre o Azcuénaga, hay varios locales atendidos por orientales que venden este tipo de productos, los cuales en su mayoría luego engrosan las vitrinas y frentes de kioscos y negocios de toda la Ciudad y del interior también. 

Para hacer el diálogo breve y productivo, cuando uno entra a estos negocios se saluda con los comerciantes orientales y sólo pregunta: "¿Cuál es la compra mínima?" Los negocios tienen un laxo sentido del tope mayorista y lo empiezan entre $200 y $500. Algunas figuras de acción valen más que eso, así que muchas veces es una verdadera compra minorista. 

En la juerga de coleccionistas de figuras de acción se les dice bootleg, es decir, sin licencia oficial. Hay personajes de Dragon Ball, Caballeros del Zodíaco, Barbie, Tortugas Ninja, Lego. Son réplicas con acabados nada despreciables. Muchos vienen con luces en el pecho y oportunos cambios de letra en los nombres. Por ejemplo: Iton-Spider en vez de Iron-Spider, una variante del Hombre Araña. 

De tanto en tanto, hay inspecciones de la Policía de la Ciudad y de la UFEMA (fiscalía porteña especializada en temas ambientales) que decomisan bolsones no declarados. Pero al poco tiempo el ritmo de vida en estas calles de Once retoma y la mercadería se repone, con nuevas figuras y propuestas. 

                          Juan Castro


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