Comunales | Riesgos ambientales en Buenos Aires
El cambio climático y su impacto
Por mucho que lo nieguen, el cambio climático se está produciendo y es a consecuencia del accionar humano. También se registra su impacto en la ciudad. Está dejando huellas cada vez más visibles en Buenos Aires, y sus efectos abarcan desde lo ambiental hasta lo social y económico. Una situación que habrá de agravarse con el paso del tiempo, si no se mitigan sus efectos con un conjunto de acciones.
Buenos Aires, 23 de setiembre de 2025. Cuando hablamos de cambio climático nos referimos a las alteraciones a largo plazo de los patrones climáticos de la Tierra, incluyendo temperaturas y precipitaciones. Estas alteraciones pueden ser causadas por factores naturales, como variaciones solares o erupciones volcánicas, pero desde el siglo XIX, la actividad humana, principalmente la quema de combustibles fósiles, ha sido el principal impulsor del cambio climático. En resumen, mientras que el debate público puede estar contaminado por ideologías, intereses o desinformación, la comunidad científica es prácticamente unánime: el cambio climático es real, está ocurriendo ahora, y es causado por nosotros.
Esto ya se refleja en la ciudad con el aumento de las temperaturas. Desde 1960, la temperatura media anual ha subido aproximadamente 1.5°C, que parece poco, pero que ha superado el promedio global del calentamiento planetario. Se refleja en que las olas de calor son más frecuentes e intensas, con hasta cinco eventos extremos en un solo verano, como el de enero de 2022, cuando se alcanzaron 41.1°C en el centro porteño.
La mayor temperatura ambiente afecta especialmente a niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas. Esto agrava problemas de salud pública, especialmente en barrios con baja cobertura verde y alta densidad poblacional.
Otra consecuencia del cambio climático es que las lluvias se han vuelto más intensas y
concentradas, provocando inundaciones en barrios vulnerables. Las lluvias fuertes y repentinas causan anegamientos, que afectan viviendas, transporte y servicios básicos.
También las sudestadas —vientos que empujan el agua del Río de la Plata hacia la ciudad— aumentan el riesgo de las zonas costeras. La ubicación de la ciudad, en una llanura baja junto al Río de la Plata, la hace especialmente susceptible a estos eventos y al aumento del nivel del mar, que podría subir entre 0.5 y 1 metro para 2100, inundando en forma permanente zonas costeras.
Pero no es lo único. También la variación de los patrones climáticos tiene otros impactos urbanos y sociales. Por caso, el fenómeno de la isla de calor urbana intensifica las temperaturas en zonas densamente construidas. Las diferencias sociales no desaparecen con estos temas. Al contrario, hay una desigualdad territorial, por la que barrios del sur porteño y villas tienen mayor exposición a riesgos climáticos y menor capacidad de adaptación.
Del mismo modo que el cambio climático afecta la infraestructura, con daños en el asfalto, cortes de luz y caída de árboles. En ese sentido, se estima que los eventos climáticos extremos le cuestan a la ciudad 1.000 millones de dólares anuales.
Aunque la ciencia es clara respecto a qué está sucediendo y las causas del cambio
climático, hay sectores que expresan escepticismo o negación, por diversas razones:
climático por considerar que las políticas ambientales afectan la “libertad individual” o el “interés nacional”.
climático sin profundidad ni mirada crítica, lo que limita la comprensión pública del problema.
cambio climático es una invención para justificar regulaciones o impuestos.
Intereses económicos: Empresas vinculadas a combustibles fósiles o modelos extractivistas suelen financiar campañas que minimizan el problema.
Para mitigar algunos de estos efectos, la ciudad lanzó el Plan de Acción Climática 2050, con metas para ser una ciudad neutral en generación de carbono, resiliente e inclusiva. Por esta razón, se están desarrollando estrategias basadas en la naturaleza, como más espacios verdes y arbolado urbano. Se trabaja asimismo en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en sectores como transporte, energía y residuos y en la adaptación urbana con infraestructura verde, drenajes sostenibles y protección costera.
Promover la movilidad sustentable es un camino. Para ello, se fomenta el uso de la bicicleta con más de 250 km de ciclovías, se expande el transporte público eléctrico y se mejora la eficiencia energética de colectivos.
Otro eje muy significativo es la mejora en la gestión de los residuos, promoviendo la economía circular y reciclaje, en paralelo con la reducción de residuos orgánicos mediante compostaje domiciliario y comunitario.
especialmente el ODS 11 (ciudades sostenibles) y el ODS 13 (acción por el clima).
urgente y sostenida. Estos retos no son solo técnicos: también son sociales, económicos y políticos. Sostenerlos en el tiempo es la única oportunidad de resistir los efectos más gravosos del cambio climático que está sucediendo.
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