Comunales | Resguardar la impronta arquitectónica del Abasto

Firmas para cuidar el patrimonio urbano

Este fin de semana la ONG Proteger Abasto instaló puestos en varios puntos de Balvanera para juntar firmas e impulsar un proyecto legislativo que contemple la protección estructural de muchas fachas históricas en la periferia del ex Mercado Proveedor Abasto. En Perú 160 hay en tratamiento una iniciativa que sólo estipula el resguardo de la cuadra del shopping, veredas linderas y el Pasaje Gardel. Buenos Aires, 19 de mayo de 2014. Este lunes se tratará en la Comisión de Patrimonio de la Legislatura un proyecto para modificar una norma del año 2010 que da protección al terreno del ex Mercado Abasto Proveedor, hoy centro comercial.

En este marco, los vecinos de Abasto buscan extender esta protección a tres cuadras a la redonda y así proteger a las fachadas y edificios históricos que hacen a la identidad conjunta del Abasto.

Para ello, el fin de semana, desde la ONG Proteger Abasto se puso mesas en varios puntos de Balvanera, también en Plaza Almagro, y así invitar a los vecinos a sumar su apoyo con una firma. La intención es presentarlas en la reunión de este lunes en la Legislatura.

Desde la organización barrial hablaron de “este camino de conseguir la ley de APH Abasto (Área de Protección Patrimonial), abarcativa de lo que realmente es el Abasto y a proteger su identidad y su paisaje urbano, constitutivo de la imagen de un barrio de Buenos Aires, ya consolidado”.

Estos son los puntos donde se puede pasar y dejar una firma:
Galería Liliana Rodríguez (Billinghurst 750), de martes a sábados de 16 a 20 hs.
Casona Cultural Humahuaca (Humahuaca 3508), durante el horario de apertura del bar.
La Percalina (Guardia Vieja 3566), martes a sábado, de 14 a 20hs.

Rescatan un rincón del barrio: aroma de café.

Días atrás, el columnista de Página 12 Sergio Kiernan, celebró la vigencia del bar Roma, un refugio de la vieja Buenos Aires, ubicado en el Abasto. El Roma fue destacado hace poco tiempo por las autoridades comunales y forma parte orgullosa de Balvanera, parroquia que incluye gran parte de la zona existente alrededor del viejo mercado, reconvertido en el principal centro comercial de la ciudad.

Kierman iniciaba así su columna sobre el Roma: “Todavía existe, inocente de toda modernidad y de todo vintage, el Bar Roma, de la esquina de Anchorena y San Luis. Con vidriera a la ochava, ocupando la planta baja de una PH de esas afrancesadas que una vez fueron el mismo tejido de la ciudad, el café mantiene sus ventanas a tijera, grandes puertas de buen hierro y vidrio, con sus rosetones intactos, verjas en doble diagonal, ligeramente curvos y con pimpollos en los cruces, y su último agregado, el anuncio a mano de letristas de licuados y milanesas.”

La vocación conservacionista del cronista se explaya en la contemplación de cada detalle del lugar. Dice: “Adentro están las sillas de madera, el mostrador original con cisne y pía plana de bronce, la chapita enlozada que prohíbe escupir y hasta dos tubos fluorescentes con bases metálicas, navales, racionalistas. De hecho, lo único cambiado es el piso, de baldosas graníticas a la años ’40, y el tope de las mesas de madera, con una gastada fórmica setentista que ya es casi histórica. Quien tenga la ventura de encontrarlo se podrá sentar a la sombra de un grabado de San Martín bien enmarcado, cerca de los percheros de madera y fierro, y a mano del tablero de precios de felpa, con letritas de plástico.”

Concluye Kierman afirmando que “Estas reflexiones son invitadas por la atmósfera tranquila del bar, que no busca entretener y por lo tanto no aturde. Es un gran lugar para leer, ver pasar la gente, escribir, conversar sin gritos o comer una milanesa sin complicaciones. La experiencia hace recordar, como la magdalena de Proust, una manera menos complicada de estar en público. El Roma tiene 87 años cumplidos, un diploma de su Comuna por los servicios prestados y un cartel fileteado de la Vicejefatura de Gobierno que, extrañamente, afirma que está en Balvanera. Una pieza patrimonial que se puede disfrutar de ese modo tan raro hoy en día, el de darle su uso original.”

Lástima que a Kierman le falló el GPS, o la Filcar, para estar más tono con su nostalgia evocativa. Abasto también hace parte de Balvanera.


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