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Edificio “No hay sueños imposibles”

La construcción de estilo modernista de Rivadavia 2009 en esquina con Ayacucho comenzó a erigirse en 1912 y se terminó en 1914. Fue concebido como homenaje al catalán Antoni Gaudí -autor de la catedral de la Sagrada Familia de Barcelona- por un admirador argentino, el ingeniero civil Eduardo Rodríguez Ortega.
Buenos Aires, 14 de mayo de 2024. Es el primer edificio que se realizó en Latinoamérica con ferrocemento, un antecesor del hormigón armado que lleva piedra strass. A pocos pasos del edificio gaudista, en Rivadavia al 2031, se halla otra gran obra de Rodríguez Ortega: el Palacio de los Lirios.

Durante mucho tiempo funcionó como edificio de rentas en cuatro plantas de partición clásica, basamento en doble altura, fuste, coronamiento en cúpula y cuarenta metros de altura. La terraza incluye réplicas en hierro de la Puerta del Dragón del Parque Güell  y chimeneas con siluetas de guerreros como las de la Casa Battló, dos trabajos que Gaudí hizo en Barcelona. Para verlas hay que caminar unos veinte metros por la vereda de enfrente hacia la plaza Miserere y se observan fácilmente ya que el edificio lindero es más bajo. 

La torre es una superposición de tres niveles. En el inferior, totalmente habitable, pueden verse tres ventanas con celosías que dan a un balcón, el de arriba está iluminado por paneles sobresalientes de novecientos cincuenta y dos trozos de vidrios  multicolor de diferentes medidas en cada una de las aberturas de la cúpula conformando una especie de vitraux espejado. Cuando los rayos del sol impactan sobre ellos, colores y formas se reflejan de un modo singular.  Un mirador en forma de cebolla naranja corona el edificio, revestido con el típico trencadís de cerámica vidriada unida por argamasa que utilizaba Gaudí, muy habitual y característico en la arquitectura modernista catalana. Hoy, se encuentra equipado como un observatorio con un telescopio.

El edificio fue restaurado en 1999 por el arquitecto Fernando Lorenzi que trabajó en la adecuación del cuarto piso, la terraza y la cúpula para home-office y vivienda del propietario.

Al iniciarse los trabajos, el equipo encargado de la puesta en valor se encontró con una construcción totalmente abandonada, ya que habían transcurrido casi cien años desde que Rodríguez Ortega la había edificado. El cerramiento de la cúpula se hallaba colapsado y la terraza repleta de desechos del edificio.

Lorenzi repuso los novecientos cincuenta y dos vidrios espejados, colocó en lo alto el Escudo de Catalunya hallado detrás de unas ventanas tapiadas, y la leyenda en catalán No hi ha somnis impossibles. Es un homenaje a Gaudí que se traduce como “No hay sueños imposibles”. Recuerda una anécdota del artista relacionada con  el largo tiempo de construcción de la Sagrada Familia, iniciada en 1882 y aún no finalizada. “El Amo de esta obra no tiene prisa”, decía cuando alguien le hacía un comentario en alusión al tema. Hoy la cúpula reluce como una diadema, tanto de día como de noche, ya que se la ha dotado de un sistema de iluminación que resalta la belleza de su contorno.

En 2002 obtuvo una mención en el Premio Bienal SCA CPAU de Arquitectura  por la Puesta en valor Consorcio Rivadavia 2009.  

                                                                                                        Norberto Alonso
 



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