Comunales | 12 de agosto de 1806

Miserere y la Reconquista de Buenos Aires

Santiago de Liniers organizó la resistencia y las milicias que recuperaron la ciudad luego de cuarenta y ocho días bajo dominio inglés. Desde su campamento en los Corrales de Miserere (plaza actual) intimó la rendición de los invasores. Ante su negativa, avanzó hacia Retiro y, desde allí sobre el centro de la ciudad, hasta librarla de invasores.
Buenos Aires, 9 de agosto de 2022. Casi dos meses antes, el 25 de junio, habían desembarcado en Quilmes más de 1500 soldados ingleses. La finalidad de la operación era ocupar la ciudad con el mercado más importante de toda la región. En un avance sin mayores dificultades, las tropas de la infantería más poderosa de la época ocuparon la Plaza Mayor e hicieron flamear su bandera en el fuerte. Ante la huida del virrey Sobremonte todo parecía estar encaminado al éxito militar y político de la operación inglesa. Pero la abrumadora mayoría del pueblo sentía como una afrenta a su dignidad la presencia del invasor, y así comenzó a gestarse una resistencia armada para expulsar a las tropas inglesas.

El capitán Santiago de Liniers comenzó a organizar milicias para reconquistar Buenos Aires. Lo hizo con la ayuda de Martín de Álzaga en la ciudad y de Juan Martín de Pueyrredón en los alrededores. Miles de hombres de distintas procedencias se transformaron en improvisados soldados, sumándose a las pocas tropas virreinales existentes, a las que se sumaron los niños, ancianos y mujeres que participaron activamente en las acciones de la recuperación. El centro de la antigua ciudad iba convirtiéndose en una trampa para los británicos sin que ellos lo advirtieran.

El 10 de agosto, apostado en los corrales de Miserere, Liniers intimó la rendición de los ingleses. Su comandante se negó advirtiendo que defendería su posición. Las tropas criollas avanzaron entonces sobre Retiro y derrotaron a los ingleses apostados allí. Luego convergieron sobre la Plaza Mayor en distintas columnas para lo que sería la acción decisiva. Los combates tomaron otra dimensión y se tornaron más violentos y encarnizados entre las calles. Finalmente, los invasores se replegaron hacia el fuerte, mientras a su paso recibían toda clase de metralla desde los techos y terrazas, escombros, piedras, agua o aceite hirviendo. Ante la decisión de las acciones de los patriotas y su abrumadora superioridad numérica, no tardaron en rendirse.

Liniers luego relataría: “Aquella multitud de pueblo que se me agregó, me facilitó derrotar y amedrentar al enemigo, por el singular esfuerzo con que sacaron a campo limpio la artillería detenida y atollada en los albardones y pantanos. De modo que me vi rodeado en la plaza mayor de un cuerpo inmenso de guerreros, cuyas voces de avance, avance confundían casi el estruendo de la artillería y llenaban de horror al enemigo.” Así comenzaba, sin que lo supieran entonces, la lucha por la independencia de la Patria.


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