Editorial | Fractura del PRO

Macri vs. Macri

La política nunca es fácil. Menos entre parientes. Apenas electo nuevo Jefe de Gobierno de la ciudad, Jorge Macri tuvo que tomar distancia de las acciones de su primo Mauricio. Es que en su intento de ungir nuevo presidente al libertario Milei, Mauricio no ahorró esfuerzos y reclamó de todos sus allegados máxima colaboración para que el economista ultra liberal gane el balotaje.
Buenos Aires, 14 de noviembre de 2023. Ese entusiasmo no fue compartido por los nuevos gobernadores de Juntos por el Cambio. Los de origen radical, debido a la abstención dispuesta por su partido. Aunque varios de ellos, bajo cuerda, aportarán fiscalización al nuevo fenómeno fascistoide de la política argentina. Curiosa forma de recordar el legado de Raúl Alfonsín y los 40 años de la recuperación democrática, después del horror genocida de la última dictadura cívico militar. Sucede, como en 1955, que la fe democrática de algunos radicales sucumbe ante su odio antiperonista.

No es el caso de los dirigentes del PRO, por raro que parezca. A la neutralidad formal de sus colegas radicales en el balotaje, le agregan su cuota de pragmatismo: no tienen nada que ganar con un triunfo del libertario y por eso no piensan gastar recursos en una campaña ajena. El caso es que Jorge Macri no declaró hasta ahora si tiene alguna preferencia o cómo va a votar. Lo mismo que Horacio Rodríguez Larreta. El silencio se evidencia en las calles, sin ninguna actividad proselitista a favor de Milei por parte del aparato político del PRO porteño.

Las diferentes posturas ahondan un clivaje que se comenzó a manifestar tiempo atrás entre los sectores más dialoguistas y los más intransigentes que, en su oposición salvaje a todo lo que pudiera promover el peronismo en el gobierno, hicieron cualquiera: desde la transgresión de las medidas sanitarias de aislamiento social destinadas a reducir la propagación de la pandemia, hasta gestiones en el FMI para que se caigan los acuerdos de refinanciación de la enorme e inútil deuda contraída por el macrismo, e incluso llegar a estimular la violencia política hasta casi provocar el asesinato de la vicepresidenta de la Nación. Con el odio como único argumento, era inevitable que terminaran abrazados al desaforado que se cree vocero del Mesías. 

En cambio, los que pretenden formar parte del pacto democrático de convivencia, saben que todo tiene un límite y que no es admisible hacer cualquier cosa. Entre otras cuestiones, porque mañana habrá que seguir conviviendo con el que piensa diferente y además, para muchas cosas, necesitando del diálogo y la posibilidad de construir acuerdos. Sólo sobre esa base es que se construyen sociedades fuertes, que no se autodestruyan en conflictos fratricidas, como los que ya padecimos entre el 55 y el 83, que tanto dolor y sangre nos han costado como pueblo.  

Entre los violentos nostálgicos de la dictadura y los partidarios de la democracia y la paz social hay una enorme diferencia. Es la que se pone en juego en esta coyuntura, finalmente. Cierto que las consecuencias de la crisis económica y social que padecemos colectivamente generan en muchos rabia por la frustración de las expectativas de mejorar las condiciones de vida que, legítimamente, todos tienen. Pero destruir todo lo existente no es un modo de resolver lo que obstaculiza el progreso social. Antes bien, es agujerear el fondo del bote en el que estamos navegando. Así, con él nos hundimos todos. Por eso algunos, como Larreta, dicen que Milei es un “salto al vacío”, sólo apto para suicidas. Jorge Macri parece coincidir en esta con su antecesor. Y no se sumó a la movida de su primo. 

Luego del balotaje, cualquiera que sea su resultado, habrá otro escenario político nacional. Difícilmente los primos estarán en ese momento parados en la misma vereda.  

                                                                                                        Lic. Gerardo Codina


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