Historias de nuestra comuna | El poeta desaparecido en Balvanera

Roberto Santoro

El 1 de junio de 1977, tres hombres de civil ingresaron armados a la Escuela Nacional de Educación Técnica Nº 25 “Teniente Primero de Artillería Fray Luis Beltrán”, de Jujuy 780 del barrio de Balvanera haciéndose pasar por familiares de un estudiante y se llevaron al subjefe de preceptores arrastrándolo hacia su auto. Era el poeta Roberto Jorge Santoro, de 38 años.
Buenos Aires, 8 de junio de 2021. Militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores, es uno de los 30.000 detenidos-desaparecidos de la última dictadura cívico militar argentina. Su obra poética se inició en 1962 con Oficio desesperado. Siguieron, entre otros libros, Pedradas con mi patria, A ras del suelo, Desafío, Cuatro canciones y un vuelo y Las cosas claras. También compiló el volumen Literatura de la pelota, la primera antología de textos sobre fútbol que se publicó en el país.

Fue fundador de publicaciones  como Gente de Buenos Aires, Papeles de Buenos Aires y la revista literaria Barrilete,  en la que se buscaba editar, publicar y distribuir poemas en forma de folletos, revista o lo que se pudiera económicamente en el momento, que tuvieran relevancia para la cultura popular. Es así que se transformó en el primer lugar en darle espacio a autores o letristas de tango que hoy parecen indispensables pero que no tenían lugar en los medios como Enrique Santos Discépolo u Homero Manzi. Por la revista pasaron autoras y autores de diversas perspectivas y formas literarias: Marcos Silber, Carlos Patiño, Alberto Costa, su madre Emilia de Santoro, Leopoldo Juan González, Vicente Zito Lema y Martín Campos. 

En paralelo hizo Informes: en pos de articular las vivencias cotidianas, las luchas de la época y la idea de llevar la poesía a la calle armaba cuadernos de poemas que editaba, recolectaba y distribuía él mismo abordando un tema determinado. Informe sobre Lavorante (1963), fue el primero y transitaba la vida de Lavorante, un boxeador argentino en ascenso que falleció dramáticamente por la obligación de las mafias del deporte de subirlo al ring. 

Por su trabajo poético Santoro nunca percibió ingresos. Para suplirlo, tuvo varios oficios: fue vendedor ambulante de artículos de limpieza, atendió un almacén, fue empleado del sindicato de música, pintor de brocha gorda y preceptor de escuela secundaria. Como la plata no sobraba, aprendió el oficio de linotipia en La Boca para editar sus textos y los de sus compañeros y compañeras en distintos folletos, libros y carpetas. Santoro se sindicalizó en las letras.  Integró, formó y consolidó diferentes frentes y organizaciones para dar la disputa sindical en la Sociedad Argentina de Escritores (SADE). En 1973, se presentó con el Movimiento de Escritores por la Liberación Nacional, y dos años después con la Agrupación Gremial de Escritores, junto a Elías Castelnuovo, David Viñas, Bernardo Kordon y María Rosa Oliver. 

En los años siguientes arreciaron la censura, la tortura y la desaparición de personas. Santoro continuó firme de convicciones y esperanzas y el 3 de junio de1976 escribió una carta a la Confederación de Escritores Latinoamericanos, con sede en México denunciando los atropellos a la libertad que se cometían, como también las desapariciones y los arrestos, las amenazas y torturas a escritores. Fue su última carta.
                                                                                                                      Norberto Alonso




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