Editorial | La ley hace trampa

La autonomía porteña

La divergencia entre la administración local y la nacional respecto de las medidas a implementar para contener y reducir la nueva oleada de la pandemia en nuestra ciudad, puso en el debate la cuestión de la autonomía porteña. Es lo que está detrás del desacato de Larreta al DNU presidencial que, entre otras cuestiones, determina el cese de la actividad escolar presencial por unas semanas.

Buenos Aires, 5 de mayo de 2021. Rápidamente la cuestión además se judicializó, cuando lo que está
en debate es qué se hace en la emergencia y no quién tiene la obligación y la
potestad de decidir la respuesta comunitaria ante el estrago de la enfermedad.
El argumento de la autonomía porteña parece tener varios límites. Por caso,
¿vale como libertad para contagiar a todo el resto de Argentina? Nuestra
ciudad, hay que recordarlo, fue la puerta de entrada del virus, trasladado por
viajeros internacionales que lo trajeron al país. Y desde el primer día es el
principal foco infeccioso de Argentina, que acumula la mayor cantidad de
muertos por cada cien mil habitantes.
 



Recordemos que la ciudad nunca fue provincializada, para lo que
se requiere una ley nacional como ha sido en el caso de cada territorio
nacional que se convirtió en provincia, sino que fue federalizada cuando se la
convirtió en Capital Federal de la República. En ese entonces, tres municipios
bonaerenses se fusionaron para formar el actual territorio sujeto a la
administración local. La provincia de Buenos Aires cedió su capital a la
República y debió fundar otra para sí.
 



Durante más de un siglo, el gobierno local estuvo ejercido por un
intendente designado por el Presidente de la República. Fue con la reforma
constitucional del 94 que esa elección se transfirió al pueblo de la ciudad. Pero
no se equiparó la ciudad a una provincia, entre otras cosas porque en nuestra
historia, las provincias son previas a la República y su unión fue la que la
hizo nacer.
 



Ahora mismo, frente a la pandemia, aunque las provincias y la
ciudad pueden procurarse las vacunas que requieren, todas ellas han delegado en
los hechos la búsqueda, adquisición y traslado al país de los antídotos en el
gobierno nacional, que además es la autoridad que debe aprobar qué medicación
se usa en el país, cualquiera sea, a través del ANMAT. No hay autonomías en
esto.
 



Tampoco cuando se trata de asistir a un paciente enfermo. Así
como el virus no reconoce fronteras, los traslados interjurisdiccionales son
habituales y frecuentes, sobre todo en momentos como ahora, en que la capacidad
de atención del sistema sanitario está al borde del colapso. Tampoco hay
autonomías en esto, sino coordinación y trabajo mancomunado para hacer lo que
se debe hacer: salvar vidas.
 



¿Por qué aparece este tema de la autonomía? Porque se quiere
hacer política de la peor forma, tomando a los escolares como rehenes de una
campaña negadora de la enorme gravedad de la crisis sanitaria que atravesamos,
con algunos de los peores indicadores de la región. ¿Qué se pretende?
Responsabilizar de las muertes al gobierno nacional. Para ello, los que
alientan ese juego macabro y odioso necesitan que haya muchos muertos.
 



Apuestan al caos, a la crisis de gobernabilidad. Se perciben
indemnes porque se encuentran entre los más poderosos de la sociedad. Tienen el
poder para forzar crisis, entre ellas una sanitaria, desde sus medios de
comunicación, sus redes de operadores rentados, sus capitales. No son ellos los
que ponen los muertos. Los muertos son las y los trabajadores que se arriesgan
diariamente para sostener la economía y defender la vida.
 



                                                                                                       Lic. Gerardo Codina



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