Comunales | El final de una época
Cerró otra librería
El domingo 21 de julio fue el final. Cerró la librería Vive Leyendo – Antigua Fray Mocho. En su última jornada remató los ejemplares que atesoraba por mil pesos y hubo extensas colas en la puerta de Sarmiento al 1800, casi Callao. Antes había sido Gauderio Libros, de Ayacucho 704, que cerró el 1º de julio. Más allá de los casos puntuales, el sector de las librerías vive una crisis inédita, por la caída del consumo y el incremento de los costos de mantenimiento de los comercios, las librerías se vuelven inviables, salvo las grandes cadenas que monopolizan el negocio editorial.
Buenos Aires, 30 de julio de 2024. En el barrio de Balvanera, en el mes de julio cerraron dos históricas librerías. El 1 de julio cerró Gauderio Libros, en Ayacucho 704. Con 10 años de historia, no resistió la baja en las ventas. En su posteo de despedida, su dueña Valeria señaló: ”Aprendimos un montón de cosas, hicimos amigxs y conversamos con muchos de ustedes sobre libros y otras pasiones, sostuvimos un proyecto que fue, durante todo ese tiempo, motivo de orgullo y alegría. Los tiempos cambiaron. El ajuste brutal ha significado la caída total de las ventas de libros, como sucedió también con muchísimos otros productos y servicios. La librería, así como está la situación, no puede seguir abierta”.
Otra librería que cerró el 21 de julio fue Antigua Fray Mocho, ubicada desde 1979 en Sarmiento 1832. La primera Fray Mocho, fue fundada por Marcos Zinmann en 1945. Su dueña Alicia Groppo liquidó todos los libros a $1.000 cada uno y durante el fin de semana hubo más de una cuadra de fila. Antes perteneció a Miguel Ávila, y como era actor privilegió los libros de teatro. Considerada Patrimonio histórico de la Ciudad de Buenos Aires, le dijo adiós a sus vecinos y amigos del teatro.
“Media cuadra de fila para entrar a la librería Vive Leyendo (Antigua Fray Mocho). ¿Se reactivó el consumo? No, la librería cierra y liquida el stock. Hay una Buenos Aires que aún lee libros, solo que no tiene presupuesto para comprarlos”, indicaron en Revista Cítrica. “Con más de medio siglo, otra gran pérdida para Balvanera", informó la periodista Graciela Moreno, quien anunció el horario de venta por sus redes sociales.
No se trata sólo de caída de las ventas, aumentos desmesurados de alquileres y servicios y cambio de hábitos culturales. También el sector peligra porque el Gobierno actual quiere derogar una ley que establece un precio fijo en todo el país para cada libro. El ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, sostuvo que el Gobierno insistirá en derogar la ley 25.542, promulgada en 2002 y conocida como “de defensa de la actividad librera”, que establece que los libros tengan un precio fijo en todo el país. Algo que preocupa a librerías y editoriales por igual.
"Estamos muy complicados, se armó la tormenta perfecta: caída en ventas interanual que ronda entre el 30 y 60% en unidades, sumado a los aumentos en servicios, en nuestra librería nos llegó una factura de agua de $300.000, sólo tenemos dos baños y nos cobran como si fuéramos un lavadero de auto, aumentó internet, los alquileres, todo. Las utilidades brutas se redujeron porque cada vez más, plataformas y bancos intermedian las ventas. Al mismo tiempo tenes un gobierno con un compromiso nulo con la cultura, que quiere derogar una ley consensuada por todo el sector donde sólo se logrará un gran monopolio de los grandes pulpos de la intermediación”, explicó Ecequiel Leder Kremer, director de Librería Hernández.
“La caída en las ventas comenzó en diciembre con un 20%, en el verano fue más pronunciada y legó al 30%, ahora promedia el 40%, pero hay librerías cuya caída fue mucho mayor. La producción de tirada de moda (promedio) es de 700 ejemplares, cuando en 2016 era de 3.000. En Argentina hay 1.200 librerías generalistas y no alcanza ni para distribuir un libro por librería. Sólo alguien ignorante puede proponer derogar una ley modelo y sacar el precio único para que cierren más librerías de las que ya cerraron”, señala Juan Manuel Pampin, presidente de la Cámara del Libro.
Mónica Dinerstein, presidenta de la Cámara Argentina de Librerías Independientes (CALI) señaló: “No tenemos un número exacto de librerías que cerraron pero fueron varias más de 10. Hay una transformación, las más chicas del interior, si tenían empleados ahora son atendidas por los dueños, otras se convierten en librerías virtuales. El primer semestre fue muy difícil. Las ventas cayeron un 40%, si antes compraban tres libros ahora compran uno al mes, o arman grupos y van rotando, compran uno por mes”. Se estima que los cierres y la caída en las ventas puede seguir, aseguran que en breve superará el 50% en unidades.