Editorial | Primer mes de gobierno

El incendio de Milei

Aupado en una oleada de voluntades favorables a un profundo cambio en la sociedad, el nuevo Presidente se lanzó de lleno a tratar de imponer un ambicioso programa de reformas, sin medir los tiempos ni sus posibilidades de llevarlo a cabo. La consecuencia fue que, a la misma velocidad de vértigo que pretendía cambiarlo todo, se levantó una extendida oleada de rechazos que amenaza hacerlo naufragar apenas iniciado su mandato.
Buenos Aires, 9 de enero de 2024. El primer error fue no acordar con sus potenciales aliados, muchos muy dispuestos a acompañarlo aunque ello implique claudicar valores históricos de sus propios espacios políticos. En cambio, para los seguidores de Mauricio Macri, el programa de Milei no es otra cosa que la encarnación de lo que su jefe quiso y no pudo hacer en su “primer tiempo”. Hacen y harán todo lo que esté a su alcance para respaldarlo en el Congreso. El obstáculo es la propia voluntad presidencial renuente a tejer ningún acuerdo, sumada a la impericia de la escuadra libertaria que desconoce muchas de las reglas parlamentarias no escritas que construyen mayorías.

Pero el problema principal es que todo el mundo está de acuerdo con terminar con la profusa maraña de regulaciones acumuladas a lo largo de la historia reciente, siempre que eso no afecte sus propios intereses. Así, farmacéuticos, despachantes de aduanas, operadores turísticos, usuarios de prepagas, productores de limones, sectores vinculados a la pesca, productores industriales, entre otros, han iniciado cada uno su propio camino de reclamos, cabildeos y amparos judiciales procurando proteger las normativas que organizaron su actividad desde hace años.

A ellos se suman los gobernadores de las diferentes provincias, algunos más interesados que otros en que a Milei le vaya bien, pero todos requeridos de una asistencia del gobierno nacional que el Presidente no está dispuesto a dar. Por supuesto, en el medio de toda la movida contra las pretendidas reformas libertarias está el movimiento obrero organizado, con sus cuatro centrales a la cabeza, articulando la defensa de las instituciones protectoras del trabajo, entre los empleados de la economía informal y formal.

Tan debilitado se lo semblantea al novel primer magistrado, que alguno de sus mentores ya está pensando en la posibilidad de sacarlo de la cancha, como si todo se tratarse de un partido de fútbol. No es extraño por eso que se denuncie la confabulación de Macri con la vice presidenta Victoria Villarruel, para forzar un paso al costado de Milei. ¿Sucederá eso? 
Si ocurriera podría significar nada más que la apertura de las puertas de un infierno que sólo devoraría las instituciones republicanas y acentuaría a niveles inéditos la actual crisis.

El cuadro que atravesamos no sólo deriva de una inadecuada comprensión de las reglas básicas de la política democrática. También surge de un diagnóstico erróneo. Identificar como causa de la inflación al déficit fiscal y pretender que el único remedio posible es su brusca eliminación, es no entender que la economía de un país como el nuestro es un sistema complejo y muy dependiente de la abundancia o escasez de una de las monedas de referencia. Si hay menos dólares de los requeridos para el funcionamiento adecuado de la economía argentina, el precio de ese bien escaso será siempre mayor, disparando una escalada inflacionaria que no se detiene con menos déficit fiscal. Así se provoca sólo mayor recesión y, por lo tanto, mayor déficit. Círculo vicioso que ya vivimos con De la Rúa y que Milei se empecina en reinstaurar. 

Habíamos anticipado en nuestra nota editorial de diciembre pasado que la elección de Milei “no anuncia la solución de la crisis, sino una nueva profundización”. Lamentablemente, no nos equivocamos.
                                      
                                                                                         Lic. Gerardo Codina



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