Editorial | El desafío de Jorge Macri

Barajar y dar de nuevo

El oficialismo porteño no se repone todavía de su derrota en las elecciones legislativas locales cuando ya tiene que empezar a pensar en las próximas de diputados y senadores nacionales de octubre. Aunque ahora todas las miradas están puestas en la crisis de gobernabilidad que acecha al Presidente libertario, por la escapada de la inflación, los dólares que no aparecen y la pérdida de control sobre la agenda parlamentaria, cerca de Jorge Macri saben que la parada que viene es complicada y puede sellar la suerte política de ambos primos. Buenos Aires, 15 de julio de 2025. El experimento libertario deberá someterse antes a una prueba difícil en la provincia de Buenos Aires el próximo 7 de setiembre. Allí deberá enfrentar dos problemas. Uno, un frente peronista unificado que congregará la mayor parte del voto opositor en el principal distrito del país, severamente afectado por las políticas nacionales. 

El otro, la fragmentación del propio campo, nutrida por expresiones de centro y centro derecha generadas tanto por la resistencia a acompañar la mayoría de las acciones libertarias, como en resguardo de los propios espacios de representación, avasallados por la prepotencia violeta. Los operadores de los hermanos Milei no pudieron, no quisieron o no supieron encolumnar a todos los referentes del PRO, ni siquiera lo intentaron con los radicales ni contuvieron a muchos propios de la primera hora. En unos días se sabrá cuál es el costo de tanta soberbia. 

Si a los libertarios las cosas les salen mediamente bien en la provincia, para octubre en la ciudad intentarán quedarse con toda la representación del espacio de centro derecha y extrema derecha, dejando en la marginalidad al macrismo gobernante, que ya tacharon de traidor. Para eso tienen que ponerle velas a la estabilidad del dólar y de los precios, porque cualquier desmadre de las variables económicas lo pagarán caro con aumento del malestar social. Y saben que eso se refleja en las urnas. 

Por el contrario, si la ecuación libertaria naufraga víctima de su propia impericia política, de la ausencia de un plan económico consistente y de los escándalos de corrupción que afectan al propio Presidente, el PRO podría intentar volver a mostrarse como la versión seria de los libertarios o, menos triunfalistas, ver de ser parte de una nueva articulación republicana que se diferencie del bonapartismo autoritario que encarnan Milei y Bullrich. El “terrorismo de Estado de baja intensidad” que practican y fue denunciado por Juan Grabois, no genera entusiasmo en muchos sectores que se identifican plenamente con la democracia recuperada en 1983, aunque no sean peronistas.

De hecho, una de las fracturas que sufrió el PRO, la expresada por Rodríguez Larreta, pivotea sobre esa diferenciación que los llevó a disentir con la política fracasada de copamiento del gobierno libertario que intentó Mauricio Macri. No acompañan la lógica autoritaria que impregna la gestión libertaria y, además, Milei no sólo no se dejó copar, sino que le vació el partido a Mauricio. Hacia adelante, Jorge Macri podría negociar con ese espacio, los radicales y los socialistas una recomposición de Juntos por el Cambio, fórmula que alguna vez resultó muy exitosa en la ciudad.

No avanzar en esa dirección y en un pacto de gobernabilidad con el peronismo, puede enredarle la gestión diaria a Jorge Macri de acá al final de su mandato, como ya se vio en el fracasado intento de reformar el Código Fiscal en la primera sesión de la Legislatura después del golpazo de mayo. El macrismo ya no tiene los números para imponer su agenda en el parlamento. Y se arriesga a una nueva derrota electoral en su distrito en octubre. Así las cosas, y por mero instinto de supervivencia, Jorge Macri tiene que barajar y dar de nuevo. ¿Lo dejará hacer Mauricio?

                                Lic. Gerardo Codina


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