Editorial | El peligro del odio

La ofensiva de la ultraderecha

Una paradoja de la política nacional es que, a diferencia de lo que sucede en otras partes del mundo, entre nosotros la ultraderecha es profundamente antinacional. Pretende abolir la moneda propia, repudia la reivindicación de la soberanía nacional sobre el Atlántico Sur y sus islas, procura la apertura comercial indiscriminada a los productos extranjeros y, en nombre de la no intervención del Estado, aboga por facilitar la elusión impositiva.
Buenos Aires, 13 de junio de 2023. No es así en Estados Unidos ni en Alemania. Tampoco en Francia o Italia. Las nuevas derechas que se alimentan mutuamente con el mismo discurso de odio, en los países capitalistas más desarrollados cultivan un decidido perfil antiglobalización y el culto de la primacía de los intereses nacionales, frente a lo externo, denunciado como corruptor o amenazante.

En lo único que concuerdan los de aquí y los de allá es en denunciar a sus adversarios políticos como “comunistas” o “socialistas” que, para ellos, casi vendría a ser lo mismo. Sostienen como fervorosos creyentes que el único remedio para todos los males existentes en nuestras sociedades es liberar al capitalismo de todas las trabas regulatorias, denostadas como totalitarias, y dejar que sea las propias fuerzas del mercado las que, en su accionar espontáneo, vayan dando respuesta a cada uno de los problemas.

Nunca mencionan que el capitalismo como sistema ha fracasado en el mundo, como lo demuestra el tremendo daño ambiental que ha causado y que amenaza con ponerle fin a la misma existencia humana. Tampoco que en todos lados la avaricia de unos pocos alimenta guerras perpetuas y multiplica la destrucción de sociedades y territorios enteros, como sucede ahora mismo en Europa, Asia y África.  

Menos hablan de que los monopolios que surgen impulsados por la misma dinámica de la producción capitalista, terminan negando la libre competencia que ellos argumentan como la mejor virtud de los “mercados”. No hay competencia libre cuando pocos productores explican el total o casi del abastecimiento de un mercado, por caso entre nosotros con los lácteos, los panificados, el acero, los neumáticos, la telefonía o el papel de diario, por mencionar unos pocos ejemplos. 

Así las cosas, después de gobernar sin interrupciones y con cómodas mayorías una ciudad como la nuestra, al macrismo le ha salido una competencia animada por aquellos que creen que Larreta no es más que un kirchnerista disfrazado. Es decir, otro populista socializante que sólo pretende cancelar la iniciativa de los emprendedores y la libertad de los capitalistas de hacer lo que se les ocurra. Un ejemplar más de la casta política que hundió al país y que hay que dinamitar para exterminarla.

Los que adhieren a este credo ultramontano son en su mayoría efectivamente pequeños y medianos empresarios o profesionales que se imaginan que gozan de algunos privilegios por mérito propio y que cargan con el injusto esfuerzo de sostener a “vagos planeros”, que lo único que saben hacer son piquetes para joderle la vida a los que trabajan. En su mayoría hombres, también repudian al feminismo como especie de nuevo fascismo que amenaza el lugar masculino de poder. Un lugar que tratan de defender con violencia. La misma que ya ejercen para asegurar todos sus privilegios. En medio de una nueva crisis, estos “iluminados” por el odio son un verdadero peligro. 

                                                                                                              Lic. Gerardo Codina 
 


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