Sociedad | Un hombre cabal

San Martín

Pocos de nuestros grandes hombres han tenido y tienen un reconocimiento tan unánime en la memoria colectiva. Se lo ha llamado El Libertador, Padre la Patria, Santo de la Espada, entre otras expresiones de encomio, oficiales u oficiosas. Pero no siempre fue así.
Buenos Aires, 10 de agosto de 2021. A ciento setenta y un años de su fallecimiento, que se cumplen este 17 de agosto, vale recordar que en vida su nombre era marca de triunfo militar y generaba un entusiasmo reverencial entre los revolucionarios comprometidos con la libertad americana, pero su renunciamiento a participar de las guerras civiles que desangraron los primeros años de nuestra patria, lo volvieron odioso a los ojos de la élite porteña, empeñada en someter por la fuerza a las provincias, poco unidas por entonces. 

No es que ignorase los conflictos. Abstenerse de tomar partido contra alguno de los bandos de sus compatriotas americanos y poner todo su empeño en forjar la unidad que consagrara la victoria y la libertad de nuestros pueblos, fue siempre su norte, porque San Martín no buscó la gloria personal ni el poder. Hasta el punto que, apenas percibió que la causa americana estaba asegurada en todo nuestro continente, se retiró de la escena pública. Fue lo que hizo después de unir sus fuerzas a las de Bolívar en Guayaquil. 

Y así partió al exilio, incomprendido por sus contemporáneos y admirado por sus proezas militares. Cumplida su tarea, quiso ser olvidado. Pero siempre recordó esa patria que había contribuido a forjar y por cuya libertad combatió. Aunque había nacido en Yapeyú, hoy pueblo de Corrientes, quiso que sus restos descansaran en Buenos Aires. Una Buenos Aires en la que muchos le dieron la espalda y lo denigraron. 

Eligió esta ciudad por ser uno de los faros de la libertad para nuestros pueblos, en los duros tiempos del despotismo y la opresión del colonialismo. Eligió la ciudad encendida de sueños revolucionarios, la de Mayo y la entrega de todo a la causa de la patria. 

Lo hizo, aunque muchos de los gobernantes porteños pretendieran imponer por la fuerza su mando al resto de las provincias, maniobras a las que San Martín nunca se prestó y que siempre repudió. Esa fue otra lección de vida que nos legó a los argentinos un hombre cabal que, en su conducta y en su pensamiento, siempre fue leal a la causa de la libertad americana.
  


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