Editorial | Riesgos en pandemia

El conflicto como estrategia

Larreta dejó de lado el personaje del “bueno” del PRO. Dispuesto a no despegarse de la base virulenta del macrismo, eligió el conflicto como estrategia de posicionamiento político. En principio, víctimizándose frente al gobierno nacional, con el pretexto de la eliminación de los aportes extraordinarios que recibía el distrito en tiempos de Macri.
Buenos Aires, 2 de febrero de 2021. En segundo lugar, confrontando con los gremios docentes con un retorno improvisado a la presencialidad escolar sin paracaídas en medio de la pandemia y en el distrito más afectado del país, desde el principio y hasta ahora. Al demonizar sindicalistas y soliviantar familias agobiadas por las restricciones, los del PRO estiman que hacen un buen negocio electoral. De paso, socorren a las escuelas privadas que en la virtualidad dejaron de percibir muchas de sus cuotas y atienden al 62% de la matrícula escolar local.

Decimos que es el peor distrito en la pandemia y para fundarlo, vale compararlo con poblaciones similares. La ciudad y Uruguay, que tanto admira la derecha, tienen un número parecido de habitantes. Allá hubo hasta ahora 40.529 casos, mientras que entre nosotros suman 207.506. Cinco veces más, sin contar los casos de no residentes. Tampoco nos fue bien con el número de muertos. Allá llevan 425, mientras que acá se apilan 6287, también sólo contando residentes. Quince veces más. No parece un resultado brillante, por mucho que el ministro Quirós comunique bien.

Como confesión desvergonzada de la improvisación a la que empujan a la comunidad escolar, el mismo gobierno hace publicidades pidiendo sugerencias a la población sobre cómo hacer un regreso seguro a las aulas. En este uso político del tema, los cautivos son los chicos, y las familias más pobres serán otra vez las más vulneradas. Si se desmadra la situación sanitaria, como todo lo presagia, verán a quién hacer responsable. En principio, encargaron a los directivos de cada escuela de la organización en las nuevas condiciones sanitarias del regreso a clases, sin entrenamiento ni mayor acompañamiento ministerial.

Y ya que se trata de un gobierno de ricos para ricos, la partida del Plan Sarmiento (unos 350 millones destinados a proveer de computadoras a los alumnos de escuelas públicas), se transfirió a más subsidios a las escuelas privadas, que perdieron de hacer ganancias debido a la pandemia. 

Entre tanto, ninguna medida para asegurar el derecho a la conexión en los barrios populares, como ordenó la justicia en un amparo. Menos, aceptar la oferta nacional de proveer equipos y conectividad. La única alternativa que consideran es volver a la presencialidad. Nada de avanzar despacio ni de vacunar primero a los docentes expuestos.

Ese extremismo que militan, creen que les sirve para polarizar y acentuar la grieta que los nutre. Y si no logran imponer su lógica, apuestan a “romper todo”. Como en otras partes del mundo, en la defensa de sus privilegios los poderosos tratan de provocar el colapso de las sociedades democráticas para que el poder económico tenga las manos libres. 
La estrategia del conflicto tiene sus riesgos. Larreta perdió 10 puntos en su valoración como gobernante en el último trimestre del año pasado. Pero todavía algo más de la mitad de los porteños lo ve con buenos ojos. ¿Qué sucederá si la gestión de la pandemia estalla? ¿Alcanzará con que Quirós dé la cara y haga sarasa con mesetas, tendencias y mejoras imperceptibles, al estilo del crecimiento invisible de Macri?  En poco tiempo lo sabremos.


                                         Lic. Gerardo Codina
 


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