Editorial | La fama de ayer, hoy es puro cuento

La política con plazo fijo

La actividad política se convirtió en los años de la severa crisis que padeció Argentina en una de las actividades de gloria más efímera y olvido más cruel que se tenga registro. Buenos Aires, 9 de enero de 2012. Nada es más olvidadizo que la política. La fama de ayer hoy es puro cuento, que pocos recuerdan. Las expectativas que antaño evocaban ciertos nombres y ciertas siglas, hoy son apenas espectros penosos que ni siquiera recuerdan su nombre. La actividad política se convirtió en los años de la severa crisis que padeció Argentina en una de las actividades de gloria más efímera y olvido más cruel que se tenga registro.

Tenía su lógica. Una sociedad ansiosa de encontrar a quien por fin la sacara de su decadencia interminable, del abismo insondable de la autodestruccción, cifraba sus esperanzas en cualquiera que alentara una mínima posibilidad de cambio, aunque nadie supiera a ciencia cierta hacia dónde nos conducía ese derrotero. La cuestión era cambiar. Dejar de caer siempre por debajo de las pesadillas más terribles y poder despertar algún día con la precaria tranquilidad de que nada había cambiado en la noche.

Esa sociedad quedó atrás. Y fue gracias a Kirchner, inesperadamente. En las nebulosas del pasado quedaron muchos. Entre otros Carrió, Duhalde, Solanas, por nombrar los más sonoros. Con la muerte del patagónico las expectativas quedaron cifradas en Cristina Fernández y siguen allí, más de un año más tarde, refrendadas por una elección inédita por el volumen y la ausencia de alternancias viables.

Pero a nadie escapa que en cuatro años tendrán que resonar otros nombres, vencidos los plazos constitucionales de revalidación de mandatos. Otro tanto sucede en la Ciudad. Macri volvió a ser electo Jefe de Gobierno, con una buena mayoría quizás engordada por el ánimo opositor al gobierno nacional. Pero no puede repetir.

En el futuro del ex presidente de Boca no hay muchas alternativas. O logra estructurar una variante nacional competitiva para poder disputar las presidenciales de 2015 o piensa en volver a la actividad privada. La ciudad no puede volver a ser su destino, al menos no inmediatamente. Otros quedarán con la responsabilidad de representarlo en los futuros comicios porteños.

Más allá de quién pudiera ser en cuatro años el delfín de Macri, queda desde ahora planteada la pregunta de cómo podrá el ingeniero estructurar una fuerza electoral competitiva a nivel nacional, basado sólo en sus fuerzas porteñas. Sabido es que pocas veces dirigentes emergentes de la capital nacional pudieron coronar al máximo nivel nacional. Como un eco lejano de la confrontación entre las provincias y Buenos Aires, persiste aún el rechazo al unicato porteño y la preferencia mayoritaria por dirigentes del interior nacional. La excepción para olvidar fue De la Rúa, que hizo su carrera política entre nosotros, sin olvidar nunca que era cordobés. Ningún presidente de la democracia renacida en el 83 surgió de la Capital.

Las tribulaciones de Macri parecen paralelas a las de Cristina. Tampoco la bonaerense que llegó desde Santa Cruz puede renovar en el 2015. Pero comanda una fuerza de poderosa raigambre nacional y no tiene liderazgos alternativos dentro ni fuera del Frente para la Victoria. Todo indica que ella podrá denominar a su sucesor. Y que ese candidato o candidata por postular tiene hoy las mayores chances de triunfar en la contienda democrática que determinará el próximo presidente nacional.

Claro que falta mucho tiempo. Apenas trascurrieron unos días del nuevo mandato constitucional. Mucha agua debe correr bajo el puente hasta llegar a las definiciones de los sucesores de Macri y de Cristina Fernández. Pero una cosa es cierta. Comenzó el tiempo de descuento. Veremos los porteños las internas del PRO alineándose en torno de uno u otro potencial sucesor de Mauricio, al tiempo que empiecen a verificarse los esfuerzos de sus partidarios por estructurar una fuerza nacional con condiciones de competir electoralmente con el sucesor de Cristina.

La señora, entre tanto, seguramente bien repuesta de su actual dificultad de salud, dispondrá de un amplio abanico de postulantes dispuestos a ser sus campeones en la próxima justa democrática. Ella tendrá que aquilatar cuál de todos reunirá la doble condición de ser competitivo y disciplinado a su conducción, aún después de alcanzar la máxima magistratura.

A favor de ambos cuenta que no serán marginados de la escena principal de la política nacional, al menos hasta después del 2015. Su permanencia expresa más que otros indicadores que nuestro país abandonó el curso de decadencia autodestructiva y avanza por un sendero virtuoso de estabilidad y desarrollo. No hay mejor noticia que esa para empezar un nuevo año. ¡Por la felicidad de todos, lector!


Lic. Gerardo Codina

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