Editorial | Entretelones de una disputa

La coparticipación

Más allá del debate sobre porcentuales de impuestos nacionales que se redistribuyen a las arcas de cada distrito sub nacional y cuáles deben ser los criterios que ordenen la repartija, Nación y Ciudad coparticipan de un complejo armado político. La conformación de una relación entre fuerzas políticas disímiles que apuestan a tramitar sus diferencias sin confrontar.
Buenos Aires, 4 de febrero de 2020. Lejos del obstruccionismo militante que impulsan sectores de Cambiemos, con un claro afán destituyente de la nueva mayoría consagrada en la primera vuelta de las elecciones de octubre, Larreta y su equipo de gobierno se han involucrado en un proceso de negociación y diálogo con el gobierno de Fernández, en el que apuestan a saldar las diferencias que se han hecho públicas de manera “amigable”. Lo han dicho ellos mismos. 

"Quiero ratificar una vez más mi vocación de seguir manteniendo un diálogo constructivo e institucional con el Gobierno nacional", anunció Larreta cuando surgieron chispazos por la coparticipación. Alberto Fernández también le bajó el tono: “Está todo bien con la Ciudad. Estamos conversando. Todos saben que tenemos que ajustar y ordenar cuentas, ya lo hablé con el jefe de Gobierno”.

El resultado político buscado es necesario para las dos partes. Larreta debe gobernar cuatro años más. Ya sin el generoso auxilio de un Macri convencido de la necesidad de invertir fondos nacionales en su feudo político. Pero puede evitar, o eso intenta, la hostilidad abierta del nuevo inquilino de la Casa Rosada que, también él, es un político porteño y tiene su candidato para conducir el distrito. 

En tanto, el equipo que conduce Alberto Fernández, frente a las enormes dificultades heredadas, necesita al menos que no se obstruyan sus iniciativas parlamentarias y, de ser posible, algún gesto de acompañamiento en las grandes cuestiones, como la renegociación de la deuda externa. 

La Ciudad en ese aspecto es un distrito privilegiado. Incrementó mucho su endeudamiento, como todos durante la gestión de Macri, pero en gran medida en el mercado local y por una porción reducida del total de recursos que maneja. Pero comparte con otros distritos, entre ellos los de extracción radical, la necesidad de revisar algunas decisiones incluidas en el Pacto Fiscal que impulsó Macri, que implicaban rebajas de los impuestos a los Ingresos Brutos, posibles en un contexto de crecimiento económico que no llegó nunca. Por el contrario, la recaudación de las provincias decae debido a la extendida y profunda recesión generada por las políticas macristas y la Ciudad no es indemne. 

Para curarse en salud, resolvió el año pasado indexar el ABL y el impuesto Inmobiliario según la inflación pasada, y hacerlo en forma mensual. Para arrancar, tendrá en cuenta las variaciones de precios habidas en el segundo semestre del año pasado, en el que hubo una aceleración inflacionaria y significó el final del proyecto reeleccionista de Macri.

No todo es plata. Más allá de las complejas interacciones entre Nación y Ciudad, hay un tema de liderazgos dentro de Cambiemos. Con su designación negociada en la FIFA, Macri dejó en claro que no se retira de la escena. Y que cuenta con aliados poderosos en el mundo. Pero Larreta tiene la gestión porteña para proyectar su futuro nacional y más, si logra expresar las necesidades de sus colegas de origen radical. Mostrar un perfil propio, alejado del “romper todo” que impulsan Macri y su vocera Patricia Bullrich, es la oportunidad que tiene en el nuevo momento político.

Lic. Gerardo Codina

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