Historias de nuestra comuna | 12 de agosto de 1806

Reconquista de la ciudad invadida por los ingleses

En la Buenos Aires del 1800, el espacio que hoy ocupa la Comuna 3, fue escenario de acontecimientos prerrevolucionarios en defensa de la ciudad frente a los dos intentos de Gran Bretaña de conquistar Buenos Aires, la capital del Virreinato del Río de la Plata, en junio de 1806 y junio de 1807. Buenos Aires, 13 de agosto 2012. En 1805, los británicos habían derrotado a la armada española en la batalla de Trafalgar y España perdió entonces el control sobre las comunicaciones con América, quedando las colonias virtualmente aisladas de su metrópoli.

Por esos años, Gran Bretaña se encontraba en una delicada posición económica y en guerra con Francia y sus aliados, entre ellos España, sus barcos manufactureros eran rechazados por la mayoría de los principales puertos europeos. Los comerciantes británicos nunca habían logrado negocios satisfactorios con América, debido en parte al sistema comercial monopólico implantado por España. En este contexto económico y político internacional, la invasión de Buenos Aires resultaba tentadora.

En junio de 1806 unos 1.500 ingleses desembarcaron en Quilmes al mando del general Beresford y en los días sucesivos se dirigieron a la ciudad y la ocuparon sin mayores problemas asumiendo Beresford el cargo de gobernador. Mientras, el virrey Sobremonte marchaba hacia Córdoba con el fin de reunir fuerzas y reconquistar la capital.

En algunos círculos comenzó a gestarse un movimiento de resistencia que terminó por expulsar a los invasores. Un grupo liderado por Juan Martín de Pueyrredón se organizó en la campaña mientras que Santiago de Liniers -marino francés que estaba al servicio del rey de España- decidió concentrar la acción en Montevideo y emprender desde allí la Reconquista.

Con la colaboración de la población montevideana formó un ejército de 1.300 hombres que, luego de cruzar el Río de la Plata, desembarcó en las proximidades del Tigre el 10 de agosto, y avanzó hasta los Corrales de Miserere, en donde estableció su campamento en la Quinta de Muñiz, cerca del cruce de la actual Av. Independencia y Entre Ríos, y la de Mansilla en Matheu y San Juan, que dominaban una gran extensión del actual barrio de San Cristóbal para iniciar la Reconquista. La zona fue terreno de un enfrentamiento entre las fuerzas inglesas y el ejército de Liniers quien desde allí, exigió la rendición de Beresford. Ante la negativa del inglés avanzó con su ejército, tomó el Retiro y obligó a los invasores a retroceder hacia la Plaza Mayor.

El 12 de agosto las fuerzas de la Reconquista iniciaron el ataque decisivo mientras numerosos habitantes de la ciudad se sumaban a la lucha callejera. Beresford y sus hombres, refugiados en el Fuerte, se rindieron. En las puertas del Cabildo el brigadier inglés depuso formalmente las armas. El 14 de agosto, eufóricos por la victoria obtenida, los vecinos de Buenos Aires reunidos en Cabildo Abierto, decidieron deponer al virrey Sobremonte y transferir el gobierno a Liniers y organizar cuerpos de milicias para defender a Buenos Aires de una nueva invasión.

La certeza de que Inglaterra enviaría refuerzos para vengar la derrota impulsó a Liniers a invitar a la población a sumarse espontáneamente a las milicias. Liniers conocía la naturaleza de los ingleses, por eso estaba seguro que volverían por la revancha. Y no se equivocó.

La Segunda Invasión ocurrió un año más tarde cuando las tropas se apoderaron de la ciudad de Montevideo. El 28 de junio de 1807, tras recibir refuerzos comandados por el teniente general británico John Whitelocke, 8.000 hombres desembarcaron en Ensenada y se dirigieron hacia los Corrales de Miserere, donde las tropas comandadas por Liniers fueron derrotadas en el llamado Combate de Miserere. Desde nuestra actual plaza Once miles de soldados ingleses iniciaron el avance en dirección al río encontrando la resistencia de los habitantes de Buenos Aires, que sumados a los regimientos que defendían la ciudad, impidieron su ocupación.

Tras la valiente resistencia, Liniers intimó a Whitelocke. El 6 de julio el general inglés pidió el cese del fuego y al día siguiente se firmó el tratado que puso fin a la lucha.

Los británicos, como en 1806 debieron rendirse ante los vecinos armados. Esta vez abandonarían el proyecto de conquistar militarmente Buenos Aires.

Norberto Alonso



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