Historias de nuestra comuna | 127 años de vigencia

Café de los Angelitos

Inaugurado en 1890 en el barrio de Balvanera, ubicado en aquel momento en las orillas de la ciudad, se convirtió en uno de los principales centros de payada, forma principal de la canción popular porteña por entonces.
Buenos Aires, 5 de setiembre de 2017. En 1919 fue adquirido por Angel Salgueiro, quien lo refaccionó y le dio el nombre de Café de los Angelitos por una de las frases más utilizadas por el comisario de la zona, haciendo referencia a los duros parroquianos que lo frecuentaban: "vamos muchachos, veamos si nadie se salió de la vaina en el café de esos angelitos".

La esquina ya era famosa entonces por las presencias de Gabino -el negro payador del Himno a Paysandú-, Higinio Cazón, José Betinotti, José Razzano, Carlos Gardel, Roberto Cassaux, Florencio Parravicini y los dirigentes del socialismo argentino que tenían su Casa del Pueblo cincuenta metros más al oeste por la misma calle Rivadavia. Era frecuente ver llegar a Juan B. Justo, José Ingenieros o Alfredo Palacios, primer diputado socialista de América.

Fue en el Café de los Angelitos donde una noche de 1917 Mauricio Goddart -director artístico del sello Odeón- contrató al ya famoso dúo Gardel-Razzano para grabar su primer disco con "Cantar eterno" y "El sol del 25". Y fue también allí donde Gardel, hizo un convite de puchero corrido para celebrar una de las victorias de su caballo Lunático en las pistas del hipódromo.

Los radicales comenzaron a frecuentar el café en 1928. Inaugurado el nuevo edificio del Congreso en la esquina de Rivadavia y Entre Ríos, muchos políticos, entre ellos Hipólito Yrigoyen, solían arrimarse a la tertulia con sus adversarios socialistas. 

En Diciembre de 1944 fue grabado originalmente el tango "Café de los Angelitos" compuesto por José Razzano y  letra de Cátulo Castillo con la voz de Aníbal Troilo. Así el café de Rivadavia y Rincón se convirtió en el primero de la ciudad en contar con un tango que lleve su nombre, creado y cantado por habitués del lugar:

Yo te evoco perdido en la vida
y enredado en los hilos del humo,
frente a un grato recuerdo que fumo
y a esta negra porción de café...
Rivadavia y Rincón, vieja esquina 
de la antigua amistad que regresa
coqueteando su gris, en la mesa
que está meditando en sus noches de ayer.

¡Café de los Angelitos!
Bar de Gabino y Cazón...
Yo te alegré con mis gritos
en los tiempos de Carlitos,
por Rivadavia y Rincón.
Tras de qué sueños volaron
en qué estrellas andarán
las voces que ayer llegaron
y pasaron y callaron,
¿dónde están?
¿por qué calles volverán?

Cuando llueven las noches sus fríos,
vuelvo al mismo lugar del pasado
y de nuevo se sienta a mi lado
Betinotti, templando su voz...
Y en el dulce rincón que era mío,
su cansancio la vida bosteza.
¿Por qué nadie me llama a la mesa de ayer?
¿Por qué todo es ausencia y adiós?
                                                                                                               Norberto Alonso



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