Editorial | Emergencia económica

El ajuste de Larreta

El coronavirus no es sólo una cuestión sanitaria. Como el único modo de enfrentarlo es paralizar la vida social hasta que se pueda preparar el sistema asistencial para su embate, para luego recuperarla de a poco, la economía cayó en un pozo y con ella, la recaudación tributaria. Entre tanto y aunque puede esperar auxilio extraordinario del gobierno nacional, Larreta aprovecha para seguir con su ajuste.
Buenos Aires, 5 de mayo de 2020. Nadie duda de que se complicó el panorama. Para los ciudadanos de a pie y para los gobernantes. Muchos saldrán de esto empobrecidos o más pobres de lo que estaban. Pocos, muy pocos, ya se están enriqueciendo. También el fisco se ve sacudido por la tormenta silenciosa del coronavirus. Detener la economía tiene una poderosa razón. Es la única medida eficaz para enfrentar una enfermedad que no se puede prevenir ni tiene cura. Pero como todos los remedios, tiene daños colaterales.

En este caso, la paralización vertical de la vida económica. Un descanso inesperado para el planeta, que vuelve a respirar aire limpio por un ratito, pero un desastre para los recaudadores y administradores de presupuestos públicos. No hay duda que se trata de una situación excepcional, que requiere de medidas excepcionales.

Larreta quiere adoptarlas. Mandó un proyecto de ley sobre el punto. Quizás sea aprobado apenas esta edición esté en la calle. Básicamente, quiere facultades extraordinarias para ordenar los pagos según los ingresos que vaya teniendo. Para eso, se autoriza a pagar salarios públicos en forma escalonada, incumplir regímenes especiales establecidos por ley y promover rebajas de los sueldos de funcionarios. Pero no procura incrementar los ingresos.

También en casa cuando uno tiene mayores gastos o menores ingresos, se abren dos caminos: ajustar las salidas a lo absolutamente necesario o incrementar los ingresos. Lo más sano es hacer las dos cosas a la vez. Ser austero en el gasto y creativo a la hora de procurar nuevos ingresos.

No en la emergencia económica de Larreta. Sólo ajuste. Incluso sobre los trabajadores que ponen el pecho en la primera trinchera contra el coronavirus. Ni hablar de aumentos de salarios en lo que resta de año, pese a la enorme inflación. Con suerte, dice, cobrar el salario en cuotas. Por supuesto, regímenes especiales como los que promueven la prensa barrial o sostienen las bibliotecas populares, que ya fueron limados o cuestionados hace poco, corren peligro en una normativa proyectada que da piedra libre al ajuste.

Pero no todos se vieron afectados por la crisis. Algunos siguen ganando a pesar de ella. Por caso los bancos, que miran para otro lado cuando la hora exige un esfuerzo solidario. En el proyecto de emergencia económica de Larreta no se les pide mayores contribuciones mediante el aumento de la tasa de ingresos brutos que deben pagar. Tampoco se avanza en la regulación de las empresas de plataformas virtuales y que se benefician del incremento vertical de la demanda de entregas a domicilio o las ventas por internet. La lista es larga. Queda claro que Larreta no quiere que compartan el esfuerzo colectivo.

Entre tanto, algunos siguen haciendo negociados con los dineros públicos. Los barbijos con sobreprecios y vencidos o los tests chinos para diagnosticar el coronavirus que se compraron en Singapur, se suman a una larga serie inaugurada por los macetones que nos vendió la esposa de un alto funcionario a precios de lujo. Habría que recordarle al Jefe de Gobierno que la austeridad bien entendida empieza por casa.    
                                                                                                             Lic. Gerardo Codina


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