Comunales | Declarada de Interés Social

"La Casa de la Bondad"

La legislatura porteña declaró en su última sesión ordinaria de Interés Social de la Ciudad a las actividades que realiza el Centro de Cuidados Paliativos "La Casa de la Bondad", ubicado en Moreno 2448 del barrio de Balvanera, Comuna 3. Abierto hace diez años, es un espacio en el que voluntarios brindan cuidados paliativos integrales a enfermos terminales sin recursos ni contención familiar ni social.
Buenos Aires, 11 de junio de 2019. El 30 de octubre de 2009 se inauguró oficialmente la sede de la institución en nuestro barrio con el objetivo de brindar cuidados paliativos integrales a enfermos terminales que carecen de recursos económicos, cobertura social y contención familiar y social. Su sede está ubicada en Moreno 2448 del barrio de Balvanera, Comuna 3. 

Mañana 12 de junio se conmemorarán con una cena estos 10 años de intenso trabajo que han dejado huella en más de 300 pacientes, médicos, enfermeros, trabajadores sociales y voluntarios. "La Casa de la Bondad" es una iniciativa de la Fundación Manos Abiertas que, desde 1992 recorre un camino de obras solidarias.

En sus propias palabras, "Nacimos en Buenos Aires en la Localidad de Villa de Mayo en 1992, por la iniciativa de un grupo de voluntarios amigos que, asesorados y guiados por el P. Ángel Rossi sj, comenzamos a distribuir alimentos y ropa. En Mayo de 1994 se crea la primera obra: Centro Hurtado, en la localidad de Villa de Mayo, provincia de Buenos Aires. El 23 de abril de 1999 Manos Abiertas formalizó su actividad como fundación obteniendo la Personería Jurídica bajo Res. 000376, Expte. 16637-15/99. Desde entonces, hemos crecido en varios puntos del país: Córdoba, San Juan, Chaco, Concordia, Salta, Mar del Plata, Jujuy, Santa Fe y Neuquén."

Dignificar el final

"No acompañamos a morir, sino a vivir intensa y plenamente hasta el final. Buscamos que quienes llegan pasen ese tiempo sintiéndose queridos, respetados, escuchados y mirados. Eso es lo que marca la diferencia de un hospice: la ternura que se respira", explica María Laura Grané (58), quien desde hace casi una década es voluntaria en el lugar.

Su fachada es discreta, un frente gris con un cartel de vidrio donde se lee: "Manos Abiertas. Casa de la Bondad. Buenos Aires". Pero cruzando la puerta, se abre un oasis de calma entre la bulliciosa Balvanera. A la derecha está la cocina, desde donde llega el olor de la comida casera; al final del pasillo, un amplio comedor con estar, que da al jardín que se convirtió en el corazón de la casa; en el piso de arriba, las habitaciones. En la de Elsa, en una mesita junto a su cama, hay una campanita de color violeta con la frase: "Ring for a smile". Las ventanas tienen macetas con flores y todo es blanco, luminoso.

El cuidado hospice (una palabra inglesa que evoca hospitalidad y hogar) ofrece un freno frente al exceso terapéutico y se caracteriza por estar impulsado por un equipo multidisciplinario de profesionales (como médicos, enfermeros, psicólogos y asistentes sociales) y voluntarios especialmente capacitados, que crean una combinación única. Cuando en el hospital dicen "no hay nada más por hacer", empieza su tarea.

"En ese momento, la casa se transforma en el hogar de esas personas. Muchas llegan derivadas de hospitales y algunas estuvieron en situación de calle", sostiene María Laura. La misión es aliviar sus síntomas y dar respuesta a todas sus necesidades, ya sean físicas, sociales, emocionales o espirituales, así como acompañar a sus familias o personas significativas, en caso de que estén presentes. 

Un derecho vulnerado

En la Argentina, solo el 10% de la población accede a cuidados paliativos, según datos del Atlas de Cuidados Paliativos en Latinoamérica. En otras palabras, el 90% de quienes atraviesan el final de su vida sufren: tienen dolor, carecen de quien los cuide o están inmersos en la incertidumbre.

En la Ciudad de Buenos Aires existen formalmente en el sistema hospitalario 5 camas de internación para cuidados paliativos (Hospital Tornú). Cada vez son más las personas que viven en situación de desamparo que no tienen cobertura de salud ni recursos económicos para realizar cuidados paliativos. "Necesitamos subsanar esta deuda de nuestra sociedad con los enfermos terminales carenciados. Desde 2009 acompañamos a más de 300 personas con enfermedades terminales ayudándolos a vivenciar el amor quizás por primera vez, y respetar su vida hasta sus últimos momentos. Acompañamos en un ámbito de calidez en el cual están contempladas todas sus necesidades tanto físicas como emocionales y espirituales", dicen desde la Fundación Manos Abiertas.

Por eso, el objetivo de la Fundación con la Casa de Cuidados Paliativos es brindar cuidados paliativos integrales a enfermos terminales, derivados de los hospitales públicos. Cuidar, amar y acompañar al enfermo desamparado, para que recupere su dignidad como persona, dando sentido a su vida hasta el paso final a la muerte, para que alcance la mejor calidad de vida posible hasta el último latido de su corazón.

María Laura, que lleva el delantal blanco sin mangas de los voluntarios y la emoción a flor de piel, cuenta que acompañar y escuchar son el eje de su tarea. "El desafío más grande es trabajar la paciencia, el respeto y esa mirada amorosa que le hace ver al que tengo enfrente que no lo juzgo, que no lo critico, que solamente estoy. Buscamos trabajar la empatía, poniéndonos en los zapatos del otro sin querer ser el otro", detalla.

Para ella, "la escucha integral es una tarea profunda". "Implica escuchar con los oídos, con la mirada y, fundamentalmente, con el corazón. Muchas veces vale más abrazar, cobijar y apretar la mano que hablar -asegura-. Intentamos devolverles la dignidad que alguna vez tuvieron o, incluso, que en muchos casos ni siquiera tuvieron".

Para saber más www.manosabiertas.org.ar


Compartir nota en las redes sociales Enviar Imprimir

Dejanos tu comentario