Editorial | Por la caída de Macri

Los riesgos de Larreta

La profunda recesión inducida por las políticas del gobierno nacional, que no logran dominar la escalada inflacionaria ni las tensiones cambiarias, ponen incertidumbre en el horizonte electoral porteño. La caída de la imagen de Macri también en este distrito, arrastra la de Larreta para abajo, y lo pone a tiro de un candidato opositor competitivo en segunda vuelta. Buenos Aires, 9 de abril de 2019. Aunque Larreta se la pase inaugurando obras, la mayoría de los porteños está mal y se queja. Incluso de las obras, que hacen que Buenos Aires parezca una ciudad bombardeada y entorpecen un tránsito de por sí muy dificultoso. En el PRO lo saben y por eso estiran el tiempo de algunas definiciones. Aunque Larreta anunció que unificaría las elecciones locales con las nacionales, todavía no lo hizo formalmente. Tiene tiempo hasta el 22 de abril. Entre tanto, evalúa alternativas.

Los números le dan muy bien como administrador local. Gana cómodo, en primera vuelta, diez puntos por encima de la mayoría exigida para no ir a ballotage. Pero asociado a Macri, araña sólo el 37% de los votos, lo que lo obliga a medirse en otra ronda con el que salga segundo. En esa perspectiva, si el oponente fuese Lousteau, en una lista encabezada por un Lavagna como candidato a presidente, Larreta puede perder. Ya estuvo a punto de ser derrotado, hace cuatro años, en el momento en que para el macrismo todo eran éxitos.

Por eso evalúa cumplir con su compromiso público a medias. Unificar la primera vuelta de las elecciones y desdoblar la segunda. Procura intentar de este modo, sin desairar mucho al jefe, contar con un tiempo para recuperarse del primer sofocón y hacer valer su imagen de buen gestor local. El problema es que el truco quedará a la vista de todos y puede ser percibido como una traición en Balcarce 50.

Estos riesgos le quitan el sueño, porque lejos de las mieles del poder, y en un país donde todo termina en tribunales, los manejos de la obra pública, las concesiones de los servicios y los contratos para los amigos, podrían suponer un extenso calvario para un Larreta que fue un servidor fiel de su mentor, pero está lejos de tener su fortuna personal. Los doce años al frente de la administración porteña, ocho como jefe de gabinete de Macri y estos casi cuatro, directamente como Jefe de Gobierno, pusieron a Larreta ante innumerables ocasiones grises, que pueden ser judicializables. Él lo sabe.

Además, nada asegura que el horizonte se despeje. Al contrario. La hiper recesión todavía no se refleja en un brusco incremento de la desocupación, entre otras cosas, porque bajaron mucho los salarios en términos relativos. Esto debido en gran parte, a la parálisis de un sindicalismo más preocupado en preservar los negocios de las obras sociales para los sindicalistas, que de las condiciones de trabajo para los trabajadores. Pero si la crisis se agudiza bruscamente, por algún evento internacional fuera de control o por la acumulación de malas noticias que reciben los argentinos, el mal humor social acumulado puede expresarse de maneras no convencionales.

Larreta se da cuenta y también registra que no tiene muchas alternativas. Aunque haya cultivado buenas relaciones con muchos de los peronistas que ayudaron hasta ahora a la gobernabilidad del macrismo, no tiene cintura ni trayectoria política propia de fuste como para pegar un salto y alinearse en otra vereda que la que camine Macri, aunque lo conduzca al precipicio.

                            Lic. Gerardo A. Codina


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