Editorial | Lo que suma también resta

El dilema de Larreta

Si para el peronismo el problema era que con Cristina no alcanzaba pero sin Cristina no se podía, para Larreta el problema resulta parecido. Contra Macri no puede y con Macri tampoco. De cómo resuelva este dilema dependerá su futuro político o, dicho de otro modo, si tiene algún futuro político.
Buenos Aires, 8 de junio de 2021. En algo más de dos años finalizará su segundo mandato como Jefe de Gobierno de la ciudad. Será en momentos en los que el país estará resolviendo si le renueva la confianza a Alberto Fernández como presidente de todas y todos los argentinos, o no. Larreta se ve compitiendo con Alberto. También se ilusiona con ganarle. Tiene una sólida imagen de gestor eficiente, alimentada por un sistema hegemónico de medios, que más parece una agencia de publicidad contratada para hacerle campaña. 

Nadie le revisa la ropa sucia, ni los yerros o los negociados. Salvo, claro está, los sectores descalificados como “militantes” por la derecha, como si la derecha no militase sus objetivos políticos. Ser el candidato del poder económico, administrando el distrito con mayores recursos del país, hace fácil el lucimiento. Hasta que irrumpe Macri con su afán de protagonismo desmedido y escupe el asado. 

Larreta no puede negar que llegó a la jefatura de gobierno de la mano del supuesto ingeniero (¿en qué?). Fue su jefe de gabinete mientras fungió de alcalde porteño y recibió su bendición para representarlo en las elecciones locales, en el momento en que Macri se aprestaba a ganar las elecciones nacionales. Pero después vino el desastre de la gestión macrista, hundiendo a la economía en una dura recesión, devaluando brutalmente la moneda y endeudando de modo inaudito al país, incumpliendo todas y cada una de sus propuestas de campaña y dejando vencer vacunas contra el sarampión en un galpón olvidado. 

Esa mala gestión de Macri, fresca en el recuerdo de la mayoría, hizo que fuese uno de los pocos presidentes latinoamericanos que no pudo lograr su reelección para un segundo mandato. Todo un récord. Aun en una región de mucha inestabilidad política. Pasado ese mal trago, empiezan a emerger a la consideración pública y judicial el sinfín de prácticas dolosas realizadas desde el poder, que no sólo implicaron negocios familiares turbios, espionajes ilegales y armados de causas truchas a opositores, mandar a la muerte a los 44 submarinistas del ARA San Juan o duplicar el número de trabajadores alcanzados por el impuesto a las ganancias, sino haber contraído de forma irregular el mayor crédito otorgado jamás por el Fondo Monetario Internacional sin ningún beneficio para el país.

Con ese historial, muy parecido a un prontuario, que ahora ocupe el centro de la escena y procure determinar la estrategia política de su fuerza, le embarra sin dudas la cancha a Larreta. ¿Podría tomar distancia y proceder al divorcio de su ex jefe político?  Claramente no, sin riesgo de perder los votos que puede aportarle Macri. Pero pegado a él, tampoco puede tratar de ganar los votantes que ya no confían en Macri. 

Por eso Larreta con Macri no puede y contra Macri tampoco. ¿Cómo puede salir de ese atolladero? Es difícil que logre convencerlo de hacer silencio. Sería lo más fácil. Pero Macri necesita hablar y victimizarse, como Pepín Rodríguez Simón, porque sabe que está muy comprometido en muchas causas y corre un riesgo cierto de terminar preso. 

Si Larreta acierta a resolver este dilema, quizás tenga en serio chances de disputar la presidencial en las próximas elecciones nacionales. Ahora, en lo inmediato, tendrá que ver si logra zafar de la imposición de Patricia Bullrich en su distrito, encabezando la nómina de candidatos a diputados nacionales. ¿Podrá?

Lic. Gerardo Codina


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