Sociedad | Carlos Gardel
El zorzal del Abasto
A fines de junio se cumplieron 84 años del fallecimiento de Carlos Gardel en un accidente aéreo ocurrido en MedellÃn, Colombia. Como cada aniversario de su muerte, los fanáticos de Carlos Gardel se reunieron alrededor del monumento que está en el Abasto para homenajearlo. En el museo que lo recuerda las actividades se multiplicaron durante todo el dÃa, para volver a comprobar que "cada dÃa canta mejor".
Buenos Aires, 9 de julio de 2019. El Museo Casa Carlos Gardel de Jean Jaurès 735 fue el epicentro de los homenajes, trasmitidos en vivo por la FM La 2 x 4. Esa vivienda que Gardel compró en 1926 por la suma de $50.000 pesos moneda nacional, aloja desde hace unos años la memoria del cantor que anticipó el fenómeno de la música popular en el mundo de los medios audiovisuales de masas. Él frecuentaba el barrio desde mucho antes, desde los tiempos en los que la casa de un tal Gigena, en la calle Guardia Vieja, fue escenario de su primer encuentro con "el Oriental" José Razzano, una "tenida", como se conocÃa a esos desafÃos entre cantores, que instantáneamente trocarÃa en amistad y en dúo.
Tal vez por su arraigo juvenil en el Abasto, Gardel eligió el barrio para instalar "la casa de la viejita" (doña Berthe Gardès), donde él llegó a vivir y a ensayar junto a la ventana, y que abandonaba regularmente para viajar, por perÃodos cada vez más largos. Hasta el 7 de noviembre de 1933, cuando dejó el Abasto para embarcarse rumbo a Europa a bordo del buque Conte Biancamano, sin saber que ya no regresarÃa.
En esa casa recibió antes de partir en su última gira a los enviados de la revista El Canta Claro: "Se preguntarán ustedes por qué no resido en la Avenida Alvear, en el mejor chalet que se pueda hacer, pero les diré que yo vivo en este modesto barrio obrero, porque es mi querido barrio donde yo, cuando purrete, pasé momentos de felicidad que hoy, con todos los pesos que tengo en el banco, no puedo comprarme una hora de aquellas…".
Tras la muerte del cantor en el luctuoso accidente de aviación del 24 de junio de 1935, Doña Berthe sobrevivió unos pocos años en esa casa sencilla que más tarde conoció la desidia y el olvido. Se convirtió primero en un local de espectáculos y después en una casa abandonada, en la que los vecinos alguna vez colgaron un cartel de desagravio: "Perdón, señora Berta, por el estado en el que tenemos su casa". Finalmente fue donada a la ciudad como museo y, como tal, objeto de polémicas refacciones.
Gardel en el recuerdo
Para recordar este aniversario, se vivió una jornada repleta de actividades en torno a la figura del morocho del Abasto. Para empezar, hubo una visita guiada especial a la casa recuperada. Luego hubo una muestra fÃlmica con "Encuadres de canciones" restaurados, en la que se exhibieron cortos musicales, considerados los "primeros videoclips argentinos", que fueron grabados por Gardel en 1930.
Más tarde, se realizó el evento "Gardel en la vitrola", consistente en la escucha de discos de pasta en vitrolas antiguas y una charla con los coleccionistas Pablo Taboada, Ricardo Stockdale, Fabio Cernuda, Guillermo Elias y Guada Aballe. Para cerrar el dÃa, se realizó el recital "Los encuadres de canciones aquà y ahora". Cuatro jóvenes cantantes ofrecieron en vivo sus versiones de las canciones registradas por Gardel en aquellos cortos de 1930.
El rescate de la filmografÃa gardeliana no se limitó a las grabaciones ya mencionadas. En la sala Lugones del Teatro San MartÃn se exhibió una copia restaurada de El dÃa que me quieras, el penúltimo filme que rodó el artista, en enero de 1935, en los estudios Paramount de Long Island, y la joya principal entre las seis pelÃculas de Gardel que acaba de reacondicionar la Fundación Cinemateca Argentina. La "novedad" de este catálogo, laboriosamente recuperado en imagen y sonido, ya motivó en abril un primer ciclo en la Lugones, con un público nutrido y heterogéneo que, como sucedÃa en la época en la que se estrenaron esos tÃtulos, estallaba en aplausos al final de cada canción.
"Por fin el cine le rinde a Gardel el homenaje que merece", afirmó satisfecha Marcela Cassinelli, presidenta de la Fundación e impulsora de la restauración, un proyecto que logró concretar después de unos diez años de búsqueda de fondos y muchos más de búsqueda de material recuperable. Copias en variada calidad y algunos negativos de las pelÃculas de Gardel -que a través del tiempo fue adquiriendo Guillermo Fernández Jurado, histórico presidente de la Cinemateca- fueron el punto de partida.
Dice Cassinelli en un reportaje publicado en el diario El PaÃs de Montevideo, Uruguay: "Todo empezó un dÃa en la cámara de los negativos, revisando material, cuando nos dimos cuenta de que uno de los rollos de sonido de los cortos de Gardel, un nitrato original 35 mm, habÃa comenzado a avinagrarse. Estoy hablando de los cortos musicales que filmó (Eduardo) Morera, del nacimiento del cine sonoro, habÃa que recuperar ese material. Entonces hablé con (el laboratorio) Cinecolor y fuimos a hacer la restauración. Cuando nos sentamos en la sala a mirar el resultado, no lo podÃamos creer: ¡hay una escena en la que hasta le ves una minúscula plumita sobre el hombro en el saco, que se debe haber caÃdo del cisne del polvo para la cara! Finalmente, logramos encarar la restauración de todas las pelÃculas en Cinecolor y Gotika. Fue un trabajo minucioso en la imagen y el sonido. Cada pelÃcula era un mundo, cada copia tenÃa sus patologÃas particulares: hongos, rayas, acortamientos, quemaduras, faltantes de fotogramas, de todo… hubo que conseguir copias de distinto tipo, para ir reemplazando partes. El cine digital te da posibilidades maravillosas, todo es posible salvo crear un fotograma allà donde desapareció. MelodÃa de arrabal fue una de las pelÃculas más complicadas de restaurar, porque en un derrumbe del año 91 perdimos el negativo. La mejor restaurada fue El dÃa que me quieras, por la calidad del material que tenÃamos de base, pero también por la gran evolución técnica que tuvo la industria del cine en esos años y la jerarquÃa de los estudios donde se filmó".
Norberto Alonso