Editorial | El desencanto de Cambiemos

Fin de fiesta

La fuerza de gobierno ha perdido las ocho elecciones celebradas este año, internas, primarias o generales. Este panorama nacional no hace decaer el entusiasmo de Larreta, que ratificó su condición de leal servidor del destino político de su jefe. Sin embargo, su obsesión con los festejos y la inauguración de obras no hace ceder el desencanto y el enojo con un gobierno que no resuelve los problemas que afectan a la gran mayoría.
Buenos Aires, 14 de mayo de 2019. Horas antes de que se festejase el nuevo formato de la avenida Corrientes, entre Callao y Cerrito, se difundió por las redes un video grabado por Pepe Cibrián. En plena tarea de maquillaje antes de salir a escena, el actor mirando a su espejo, rechazaba el festejo. "No se puede festejar ese gasto de millones de pesos cuando hay gente con hambre, que duerme en la calle, cuando no hay gasa en los hospitales", dijo.

Larreta lo desoyó. Sigue adelante con su programa de inauguraciones y festejos, incluyendo el nuevo equipamiento para recolectar residuos, colocado en la avenida remozada. Sólo lo podrán abrir los vecinos, con una tarjeta que destrabe su cierre. Ese gasto fue hecho pensando que los hambrientos no puedan hacerlo para buscar restos de comida. Afea el paisaje y es mejor no verlo, habrán pensado los planificadores gubernamentales. Si no se puede resolver el hambre, que no se vea.

Tanta banalidad para hacer tanto mal no rinde de todos modos los resultados esperados. La fuerza de gobierno ha perdido las siete elecciones celebradas este año, internas, primarias o generales. Todo indica que las doce próximas que se resolverán antes del cierre de listas nacionales, tampoco traerán buenos resultados para que el PRO y Macri festejen. Por lo pronto, convencidos de que resta más de lo que suma, decidieron que el Presidente no vaya a ningún otro lugar a hacer campaña. Y la mayoría de las formaciones provinciales que le responden abandonan la marca Cambiemos porque es un salvavidas de plomo. 

Este panorama nacional no hace decaer el entusiasmo de Larreta, que ratificó su condición de leal servidor del destino político de su jefe. Se supo el 20 de abril que las elecciones locales tendrán igual calendario que las nacionales en este distrito, desafiando la tendencia nacional y con Larreta arriesgando perder su propia reelección aferrado a la imagen en caída libre de un presidente que da muchas señales de estar despistado.

Lo único que alienta su expectativa de salir airoso es que no tiene de momento competidores de fuste. Pero todo lo sólido se desvanece en el aire. Y nadie puede arriesgar que no aparezcan retadores si se sigue evaporando el capital político del PRO. La oposición no necesita hacer mucha campaña en contra. De eso se encargan sobradamente la inflación que no para de subir, la creciente recesión multiplicada por tasas de interés estratosféricas, la desocupación que aumenta y el dólar que en cualquier momento se dispara.
 
Si le quieren hacer la vida imposible a la gente común, lo están logrando y vaya cómo. Así crece el desencanto y el enojo con un gobierno que no resuelve los problemas que afectan a la gran mayoría. Tanta torpeza alimenta la creencia de que todo responde a un plan y no simplemente a la soberbia de señoritos que nunca tuvieron que laburar para pagarse los gastos. 

Cuando existe la oportunidad, hay que saber aprovecharla. Ese es el desafío de la oposición que debe sortear con creatividad el escenario de anomia existente en la ciudad por la imposibilidad planteada de atravesar la muralla de silencio construida por los grandes medios en torno de la gestión. Medios que asumieron el peligroso rol de manipuladores conscientes y sistemáticos de la agenda social para intoxicar a la multitud con tonterías y mentiras. Pero esa espesa cortina de humo se atraviesa construyendo noticias, que respondan a las expectativas profundas de la sociedad, harta de fiesta hueca. Generarlas será el desafío de los que pretenden, ahora sí, un verdadero cambio. 


Lic. Gerardo Codina


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