Porteñas | Movilidad y pandemia

El gran reto de las ciudades

Buenos Aires no escapa al desafío que interpela a las metrópolis del mundo: ¿cómo podremos movernos en un contexto que exige distancia social? Las medidas que se trabajan desde el gobierno porteño y una mirada de cómo podría ser el transporte en la “nueva normalidad”. Por Verónica Ocvirk, para la Cooperativa de Editores EBC
Buenos Aires, 4 de agosto de 2020. Con sus marchas y contramarchas, la política de distanciamiento social para evitar la propagación del covid-19 sigue su curso. En el camino de apertura gradual de la cuarentena van habilitándose nuevas actividades, pero ¿cómo administrar la movilidad cuando el transporte público es justamente uno de los puntos calientes para el contagio del virus? 

Subtes, trenes y colectivos no sólo aglutinan mucha gente en espacios con poca ventilación, sino que además nos llevan a tocar toda clase de superficies comunes empezando por pasamanos, timbres y molinetes. ¿Cómo se gestionan la afluencia de pasajeros y las esperas? ¿Qué pasará con los centros de trasbordo en las horas pico? Hace décadas sabemos que el transporte público es más sustentable, seguro y eficiente, pero ¿se ve ahora desafiado ese paradigma?

Según Juanjo Méndez, secretario de Transporte y Obras Públicas porteño, el covid-19 nos impone a corto plazo “un cambio de reglas drástico”. “Lo que veníamos haciendo para desincentivar el uso del auto particular quizás está puesto en pausa, como hoy pasa con tantas cosas”, expresa. “Nuestra política es priorizar a los trabajadores esenciales. Lo que sigue es el proceso de salida de la cuarentena, y ahí se trata de profundizar procesos que ya venían dándose”, como la ampliación de los espacios peatonales, la promoción del uso de la bicicleta y la posibilidad de fijar diferentes horarios para diferentes actividades de modo de evitar las horas pico. 

“Estamos estudiando qué horarios ponemos a qué actividades, y ahí entra a jugar también la perspectiva de género”, dice. Por ejemplo: dentro de los trabajadores de la construcción cerca del 95 por ciento son hombres, pero las trabajadoras domésticas son en su mayoría mujeres, y en muchos casos jefas de hogar, con lo cual están sujetas a otras rutinas familiares. “Por eso al empleo doméstico no le vamos a poner horario. De esa forma analizamos cada actividad en función de sus impactos”, precisa. 

El funcionario hace hincapié en las posibilidades que brinda la tecnología, como es el caso de la aplicación “Reservá tu tren”. Respecto de las bici públicas, que están funcionando con menos estaciones y menos tiempo permitido de uso, afirma “estamos estudiando cómo podemos potenciar esa red con intervenciones provisorias, algo que aún no tenemos definido”. 

Usuarios y conductas 

El transporte público se enfrenta a un desafío de magnitud: debe seguir proveyendo sus servicios, aunque la baja drástica de pasajeros complica una ecuación económica que en muchos casos venía ya golpeada. Tampoco es posible pensar que los usuarios se volcarán masivamente al auto particular, ya que no todos tienen uno, pero también porque las congestiones alcanzarían niveles insoportables. 

Tener un panorama claro acerca de cuáles podrían ser las conductas de los usuarios resulta clave para tomar decisiones, y en ese sentido sirve la encuesta “Movilidad pública, activa y segura. Transporte y pandemia en el AMBA”, que un grupo de investigadores del CONICET realizó sobre un total de 1.252 casos. Ahí sobresale el acuerdo (67%) para “tardar más en viajar a tener riesgo de contagio”, como el hecho de que, entre los que tuvieron que viajar y pudieron optar por no hacerlo en transporte público, un 44% eligió el auto particular, un 40% caminar o usar la bici y un 14% taxi, remís o Uber. 

Verónica Pérez, que es doctora en Ciencias Sociales e investigadora del Conicet en temas de transporte, fue una de las responsables de esa investigación. “El paradigma del transporte público no está en juego. Lo que se encuentra tensionado no es el carácter público de los servicios, sino su atributo de masivo”, reflexiona y marca que a corto plazo el desafío es mantener su carácter público, pero regular la relación entre oferta y demanda, en otras palabras: “descargarlo”. “Es un reto, pero se puede hacer. Es un tema de planificación que requiere utilizar conocimientos que ya existen”, dice y subraya que de cara a la apertura de actividades es clave construir mayores grados de confianza en la sociedad en torno al uso de transporte público, así como avanzar a mediano plazo en la redefinición de la red de autotransporte, apuntalando todo lo que se pueda a la llamada “micromovilidad”, que incluye monopatines, bicis y otros vehículos ligeros. 

¿Y el subte? 

Si los pasajeros de los medios de transporte público en general han caído drásticamente en la ciudad, ese bajón azotó más todavía al subte: el volumen de tránsito en las seis líneas porteñas es hoy de alrededor de un 5% del que viajaba antes de la cuarentena. “Es un derrumbe total, que se debe en parte a que en la Argentina se ha hecho una especie de ‘demonización’ del transporte público”, observa el director de enelSubte.com, Martín Machain. El experto recuerda que el subte está funcionando con la misma frecuencia, pero con muchas estaciones cerradas. “No hubo ningún intervención en el subte, ni comunicación a los pasajeros para indicarles que pueden viajar seguros y tranquilos. ¿A qué se debe eso? Hablamos de un servicio cuya licitación quedó en suspenso, y además no tiene presupuesto”, remata. Más ventilación, filtros especiales, señalización y apps son algunas de las medidas que vienen tomando distintos metros del mundo y que en todo caso abarcan un desafío mayúsculo cuyos resultados aún están por verse. 



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