Buenos Aires, 4 de agosto de 2020. Como recién salida del horno. En lo alto de Callao y Rivadavia la torre cúpula del Edificio del Molino empieza a lucir como hace un siglo, el día de su inauguración. Es un adelanto de cómo avanza la restauración de este ícono del art nouveau en los cielos de Balvanera. La pandemia enlenteció el proceso, pero no detuvo la marcha del trabajo de cientos de personas. En esta nueva cuarentena flexible retoman trabajos clave para que la Confitería recupere su esplendor. 

Fuentes del Edificio del Molino, administrado por una Comisión Bicameral del Congreso de la Nación, contaron a este medio que “durante la pandemia la obra se rigió por la normativa presidencial”. 

“Por la normativa que lanzó el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires desde mediados de agosto continuarán las obras de la torre cúpula (pronta a terminarse) y la fachada del edificio. Asimismo, se están estableciendo los protocolos para cuando la Cámara de Diputados disponga, volver con horarios y tareas del personal propio”, agregaron.

El arquitecto Guillermo García, asesor patrimonial de la Comisión Administradora del Molino, expuso a este medio: “Toda la obra es de gran dificultad en general. Próximamente se comenzará a restaurar un balcón estructural del cuarto piso y se procederá a la recuperación y funcionamiento de las aspas del Molino”.

Testigo del siglo XX, la Confitería abrió durante los festejos del Centenario de la Independencia, en 1916, y cerró a fines de los años noventa. En adelante atravesó décadas de degradación patrimonial. En 2014 por una ley nacional se transfirió el edificio porteño al Congreso de la Nación, en busca de un proyecto de restauración. El objetivo es que a futuro reabra como confitería y espacio cultural, mediante una concesión aprobada por el Congreso y con supervisión de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos.

La Comisión Administradora del Edificio del Molino, creada por ley, comenzó una serie de tareas de recuperación para este inmueble, Monumento Histórico Nacional desde 1997. La compra del edificio se concretó en 2017 por un valor superior a los $181.000.000. 

La Bicameral propiamente dicha se constituyó en junio de 2018 y en agosto de ese año el Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda de la Nación y el Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires firmaron el convenio para iniciar las obras. En esa época Diputados tomó posesión del inmueble.

Desde ese momento un grupo multidisciplinario de especialistas del Congreso Nacional trabaja en el Plan Rector para la Restauración Integral del Edificio Del Molino (RIEM). 

En marzo del año pasado el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño hizo el llamado a licitación pública para restaurar la cúpula, que pese al deterioro mantenía el cerramiento de metal en buen estado. Hubo un trabajo fino para reponer los vidrios de protección.

En el verano de 2019, se restauró en forma integral un segmento vertical de la fachada, sobre Rivadavia en el límite con el inmueble lindero. Fue una prueba piloto para extender al resto del edificio. “Las obras de fachada y torre cúpula se hacen en el marco de un convenio interjurisdiccional entre la Comisión Administradora del Molino (Congreso de la Nación) y el Gobierno de la Ciudad y Ministerio de obras Públicas de la Nación”, suman fuentes del Molino.

El arquitecto Guillermo García añade sobre la experiencia en aislamiento por pandemia: “Durante la cuarentena se realizaron de manera domiciliaria, tareas de fichaje, planos, catalogación del material arqueológico encontrado en el edificio, preparado de documentación para nuevas licitaciones de obras que se van a dar cuando se reanuden las tareas”. “Se estuvo confeccionando todo el protocolo de COVID, realizando capacitaciones virtuales por equipo a los restauradores propios, además de realizar una campaña digital donde solicitábamos a la gente sus recuerdos del Molino a través de las redes sociales”, sumó. 

Previo a la pandemia, en el Molino hubo grandes avances. Un equipo de ingenieros de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) trabajó en el apuntalamiento definitivo del edificio, tal como se informó. Los expertos estuvieron abocados a consolidar las estructuras metálicas de los tres subsuelos que permanecieron inundados con 350.000 litros de agua durante dos décadas. Estas tareas se realizaron tras controlar el estado de cada uno de los centenarios perfiles de hierro de las ocho plantas del inmueble de 7500 metros cuadrados. Por seguridad, fue necesario reemplazar 280 metros lineales de perfiles oxidados, cuyo peso total es de 5800 kilos.

Fuentes oficiales porteñas reconstruyen sobre los antecedentes del edificio centenario: “La Confitería El Molino comenzó su historia a fines de 1800, cuando los pasteleros Constantino Rossi y Cayetano Brenna abrieron en Rodríguez Peña y Rivadavia la ‘Confitería del Centro’. En 1866, cambiaron su nombre por el de ‘Antigua Confitería del Molino’, como un homenaje al Lorea, el primer molino harinero a vapor en la ciudad”.

El 9 de julio de 1916 en conmemoración del Centenario de la Independencia se reinauguró como Confitería del Molino. “En 1930 vivió uno de los momentos más duros de su historia: durante los días del golpe de Estado que derrocó a Hipólito Yrigoyen, el lugar sufrió un incendio y cerró sus puertas. La reconstrucción demandó casi un año de trabajo”. Como en aquel entonces, el Molino se prepara para volver a girar.

                                                                                                    Juan Castro

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