Editorial | La novedad de las PASO

La derecha anti sistema

La irrupción de una nueva fuerza anarco liberal en el espectro político local, denuncia las dificultades de nuestra democracia para contener las demandas sociales, en el contexto de una exacerbación de los rasgos más insolidarios del capitalismo. Los ganadores del sistema no quieren asumir ningún compromiso con su sostenimiento, y con su descalificación de la política democrática se convierten en voceros de todos los descontentos.
Buenos Aires, 6 de octubre de 2021. No se trata de un giro inocuo. Porque se asume violento e impune en el ejercicio de esa violencia, por ahora solo verbal, aunque existe un preocupante incremento de sus manifestaciones que, por el momento, no han cobrado víctimas fatales. Reconoce antecedentes en la asonada de la patronal agraria de 2008, enardecida por la obligación de pagar impuestos y orgullosamente defensora de sus privilegios, muchas veces mal habidos. 

Otros antecedentes de la violencia ejercida para acallar reclamos de sectores excluidos, esta vez usando el aparato estatal, es la permanencia de la prisión ilegal de Milagro Sala o las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel a manos de fuerzas de seguridad durante el gobierno de Mauricio Macri.

Por eso no extraña que quienes hasta ayer encarnaron esas políticas en el anterior gobierno hoy simpaticen públicamente con el nuevo emergente punk de la escena política local. Patricia Bullrich y Javier Milei tienen mucho en común, efectivamente. Estas figuras políticas no se pueden adjudicar a la incapacidad de las fuerzas democráticas. Pero que tengan audiencias en los sectores más vulnerados en sus derechos, sí expresa la incapacidad de las fuerzas populares para representar los conflictos que los atraviesan. Que el voto bronca se canalice en esas fuerzas, dice de las enormes heridas a reparar y del desencuentro entre las fuerzas populares y los excluidos.    

¿Es posible revertir ese resultado? La situación económica y social lentamente tiende a mejorar, básicamente porque la pandemia, en gran medida, empieza a quedar atrás. Que ello haya sido en lo sustancial un logro del gobierno nacional, fue invisibilizado por el sistema de medios concentrados y la torpeza de la comunicación pública. Ni una cosa ni la otra habrán de determinar el voto en noviembre. Por lo tanto, es de imaginar que se consolide el panorama puesto de relieve por las PASO. 

El oficialismo local verá recortado en menor medida su espacio político, como se anticipaba. Pero la ganancia de protagonismo no recaerá en su principal opositor sino en un potencial aliado, dispuesto a formar con el larretismo un bloque más sesgado a la derecha y marcado por el extremismo neoliberal. Se abriría en esa situación una etapa oscura para las políticas sociales, y más represiva de las luchas reivindicativas. 

Ahora mismo, envalentonado por los votos recibidos, la máquina de realizar negocios inmobiliarios del oficialismo se apresta a avanzar en la completa privatización de la ribera y en la imposición de la lógica tarifaria para generar excepciones a los códigos urbanísticos que acaban de sancionar. Por ese camino, avanzan además en la expulsión de los más pobres de la ciudad. En tanto, intentan transformar la autonomía institucional de la ciudad en una primacía de la misma sobre el conjunto de la nación. ¿Lograrán su cometido o se los podrá detener antes de que se precipite a nuestra sociedad a una crisis de proporciones? En noviembre habrá más respuestas. 

Lic. Gerardo Codina


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