Sociedad | María Remedios del Valle

Nuestra primera Capitana

Días atrás en la Cámara de Diputados de la Nación se instaló el retrato de María Remedios del Valle, el primero de una mujer en el edificio consagrado a la soberanía popular. Además de su condición de pionera en ese ámbito iconográfico, la Capitana del ejército de Manuel Belgrano fue la primera madre de la patria y la primera enfermera militar de la historia americana. Era afrodescendiente y había nacido esclavizada.
Buenos Aires, 10 de agosto de 2021. En tiempos de las invasiones inglesas María Remedios del Valle se transformó, de “doméstica” de una familia acomodada de la ciudad, en enfermera militar. Su bautismo de fuego ocurrió durante los combates de los Corrales de Miserere, acompañando a las milicias de voluntarios catalanes.

Desde entonces y siguiendo los pasos de su esposo y dos de sus hijos, enrolados en las fuerzas patriotas a partir de 1810 y que caerían en combate, María Remedios del Valle acompañó al ejército independentista, y estuvo presente -siempre como enfermera militar- en todos los grandes escenarios bélicos de aquel conflicto. Desde Buenos Aires hasta el Alto Perú (actual Bolivia). Ella, como muchas otras mujeres, acompañó a la tropa alimentando a los soldados, curando heridos y también peleando con ellos.

Así lo hizo en la batalla de Huaqui, donde perdió a los suyos. Lejos de rendirla, el dolor le sumó más coraje para pelear en las contiendas de Tucumán y Salta. Debido a su bravura y valentía, Manuel Belgrano la nombró Capitana.  Luego vendrían las derrotas de Vilcapugio y Ayohúma (Potosí). 

Allí María Remedios del Valle combatió, fue herida de bala y tomada prisionera. Desde el campo de prisioneros ayudó a huir a varios oficiales patriotas. Como medida ejemplificadora, fue sometida a nueve días de azotes públicos que le dejarían cicatrices de por vida. Pudo escapar y reintegrarse al ejército argentino donde continuó luchando a las órdenes de Martín Miguel de Güemes y Juan Antonio Álvarez de Arenales, empuñando las armas y ayudando a los heridos en los hospitales de campaña.

Finalizada la guerra y ya anciana, María Remedios del Valle regresó a la ciudad de Buenos Aires, donde se encontró reducida a la mendicidad. En ese tiempo, vivía en un rancho en la zona de quintas, en las afueras de la ciudad, y frecuentaba los atrios de las iglesias de San Francisco, Santo Domingo y San Ignacio, así como la Plaza de la Victoria (actual Plaza de Mayo) ofreciendo pasteles y tortas fritas, o mendigando, lo que junto a las sobras que recibía de los conventos le permitía sobrevivir. Se hacía llamar “la Capitana” y solía mostrar las cicatrices de los brazos y relatar que las había recibido en la Guerra de la Independencia, consiguiendo solo que quienes la oían pensaran que estaba loca o senil.

Durante quince años malvivió de esta forma, tiempo que se la pasó batallando contra una nueva burocracia, la que había surgido de la independencia, contraria a reconocer los méritos de una heroína, por su condición de género y por su raza. 

El trámite emprendido por María Remedios del Valle para obtener su pensión contó con el apoyo y el compromiso de los generales Juan José Viamonte, Eustaquio Díaz Vélez, Juan Martín de Pueyrredón y de los coroneles Hipólito Videla, Manuel Ramírez y Bernardo de Anzoátegui, quienes a través de diferentes expresiones y elogios destacaron la bravura, el patriotismo y su espíritu abnegado de servicio. Estos oficiales, que gozaban de valimiento y reconocimiento (tanto social como profesional), declararon larga y elocuentemente a favor de una retribución monetaria para María Remedios del Valle.

Pero no fue sino hasta 1830, con sesenta y seis años de edad, que Remedios obtendría el reconocimiento y la pensión que, desde el fin de la guerra, tenían y cobraban sus compañeros de armas de género masculino y de raza blanca. 

La primera enfermera militar de la historia americana moriría el 8 de noviembre de 1847, a los ochenta y un años. Su cadáver mostraría un cuerpo lleno de cicatrices y de fracturas mal soldadas. Desde 2013, por la Ley 26.852, el 8 de noviembre es el “Día Nacional de los/las Afroargentinos/as y de la cultura afro”, en homenaje a María Remedios del Valle. Ciento setenta y cuatro años después de su muerte, su retrato enaltece ahora la Cámara de los representantes del pueblo de una Argentina que ella ayudó a parir.

                                                                                                                     Norberto Alonso


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