Comunales | Mabel Careaga

"Rescatar la solidaridad”

Vecina y militante de derechos humanos, integra "Familiares y Compañeros de los 12 de la Santa Cruz" y el Observatorio de DDHH de la Comuna 3 (Balvanera y San Cristóbal). Llama a “rescatar la solidaridad del pueblo en pandemia”. “Había gente arriesgando su salud para dar un plato de comida”, dice sobre el trabajo en estos meses de organizaciones como los Comités de Emergencia.
Buenos Aires, 1º de diciembre de 2020. Mabel Careaga es una vecina que lucha por los derechos humanos de hoy y de siempre. Integra "Familiares y Compañeros de los 12 de la Santa Cruz" como hija de la madre de Plaza de Mayo Esther Ballestrino de Careaga y desde ese lugar brega por “la construcción de una sociedad más justa e igualitaria como la que pensaron los y las 30.000 detenidos desaparecidos y por la cual lucharon”. Al frente del Observatorio de Derechos Humanos Comuna 3 (Balvanera y San Cristóbal) participó junto al Comité Solidario de Emergencia local en acciones para colaborar con las poblaciones vulneradas, en particular con aquellas viviendas colectivas como hoteles e inquilinatos. 

Este 8 de diciembre se evocan los 43 años del secuestro de los 12 de la Santa Cruz, cometido por un grupo de tareas de la ESMA encabezado por el marino Alfredo Astiz, infiltrado en las reuniones que este grupo hacía en la iglesia de Estados Unidos y Urquiza. El crimen ocurrió cuando estaban por sacar una solicitada pidiendo por los hijos desaparecidos. 

Entre ese día y el 10 secuestraron a las Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga, María Ponce de Bianco. También a las monjas francesas Alice Dumon y Léonie Duquet. Las llevaron a la ESMA, donde hubo torturas. El 14 de diciembre las llevaron en avión y las arrojaron vivas al mar. Sus cadáveres aparecieron después en Santa Teresita y alrededores. Las enterraron como NN en el cementerio de General Lavalle.

Es un aniversario sentido porque también se cumplen 15 años de la restitución de sus cuerpos. Entre abril y mayo de 2005 el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) identificó a las Madres y las monjas. Fue la primera prueba científica del terrorismo de Estado. A Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco las enterraron en la iglesia ubicada en el barrio de San Cristóbal en julio de ese año.  

“Al secuestrarte, la dictadura militar te quitaba el nombre y te ponía un número. Recuperarlas fue devolverles también la identidad”, destaca Mabel y agrega: “Nosotros siempre las recordamos para homenajear su vida y su lucha, como un acto de compromiso nuestro de seguir luchando por Memoria, Verdad y Justicia. Por la construcción de una sociedad más justa e igualitaria como luchaban los 30.000 detenidos desaparecidos”.

“Ellas, con su vuelta hace 15 años dieron testimonio de los horrores que se cometieron. Sirvió para condenar al grupo de tareas, quedó demostrada la existencia de los vuelos de la muerte. Tuvo un doble significado el hecho de devolverles la identidad y probar los vuelos. Fue muy especial”, reflexiona Mabel sobre las sentencias de noviembre de 2005 en la Megacausa ESMA, donde condenaron, entre otros, a Astiz y los pilotos.

Por otra parte, agrega que el tradicional acto de recordación este año se hará de forma online, el 8 de diciembre desde las 18. “Los 12 por los 30.000. Con Memoria y Compromiso Como todos los años, te esperamos”, es la invitación. Mabel señala al respecto: “Es una decisión que tomamos para continuar con las medidas sanitarias de cuidado”. 

Esta postura se condice con el trabajo hecho estos meses por el Observatorio de Derechos Humanos de la Comuna 3: “Cuando comenzó la pandemia, nosotros tuvimos un enfoque desde la mirada del respeto por los derechos humanos: que la vida y la salud hay que respetarlos por encima de cualquier interés particular”. Una de las claves del trabajo del Observatorio fue el mapeo y el diagnóstico del territorio: “Una de las características en la Comuna 3, en particular en Balvanera, es que hay viviendas multifamiliares que tienen características de barrios populares. Muchas personas comparten un mismo baño o cocina, en condiciones de hacinamiento. A simple vista no te das cuenta que existen, pero llegamos a identificar unas 300”.

“Nos focalizamos en esas viviendas y armamos una mesa de salud, tratamos de coordinar con el Gobierno de la Ciudad la detección temprana de casos de coronavirus antes del Detectar (que inició en Balvanera el 6 de junio). Con el Observatorio trabajamos con el Área Programática del Hospital Ramos Mejía. Facilitamos el mapeo para detectar casos positivos y lograr la asistencia a sus pobladores”. 

“Todo esto duró mientras el Gobierno porteño acompañó las políticas de Nación, hasta mayo. Luego Larreta, Juntos por el Cambio y los medios concentrados empezaron a bombardear la política de la cuarentena y fogonearon aperturas innecesarias. Larreta fue el que con esta política expandió el virus primero en el conurbano y luego en el resto del país”, expresa. 

“Desde ese momento, fue todo más difícil porque desde el GCBA se desentendieron de muchas cosas. Hubo datos y cifras poco fiables como el conteo de fallecimientos. Hubo abandono en barrios populares, abandono de las personas en viviendas con situaciones de hacinamiento”.  Pese a este panorama institucional, Mabel dice: “Hay que rescatar la solidaridad del pueblo, la empatía. La idea de “La patria es el otro”. Esa frase sintetiza lo que se vivió en los Comités de Emergencia. En medio de la pandemia había compañeros militantes arriesgando su salud para dar un plato de comida. Muchos murieron en esta tarea”. 

“Buscamos denunciar y testimoniar las violaciones a los DDHH que se hicieron durante la pandemia, porque fueron las organizaciones sociales y políticas con las ollas y el Observatorio desde la mirada de los derechos humanos quienes estuvimos con la gente en los momentos de mayor necesidad”, concluye Mabel.

Juan Castro


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