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Los resultados del ajuste

La salud pública porteña está llena de paradojas. Por caso, servicios abarrotados de personas que esperan horas para ser atendidas, a veces con colas que arrancan a medianoche, mientras disminuye el número de consultas ambulatorias totales que se realizan anualmente. Los recortes recaen sobre la franja más vulnerable de la población, afectada por la desocupación y los altísimos costos de los medicamentos.
Buenos Aires, 4 de junio de 2019. El macrismo no sólo empujó a muchos a la pobreza, sino a la intemperie. Eso se observa claramente cuando se mira lo que pasa con la salud pública porteña. "En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la jurisdicción más rica del país, se han reducido la cantidad de camas disponibles -una disminución equivalente a cinco hospitales menos-, se produjo una baja de los egresos hospitalarios, una disminución de las consultas externas y de las consultas en CESAC y un leve aumento de las consultas por guardia en los hospitales públicos. El sistema se retrajo en volumen y capacidad de respuesta, abandonando la estrategia de Atención Primaria de la Salud", comenzaba diciendo un informe de la Fundación Soberanía Sanitaria, publicado el 12 de mayo de este año. 

Esto sucede por efecto del doble ajuste realizado en salud pública, tanto por Nación como por Ciudad. Por un lado, Nación desfinanció el Programa Remediar un 40% en 2018, mientras los costos de medicamentos se triplicaban, transfiriendo a las provincias la responsabilidad de adquirirlos. Tal como afirmaba el Ministro de Salud de Misiones en una entrevista periodística, publicada por el colega misionesonline.net el 2 de mayo pasado: "Durante el 2018 se nos hizo muy difícil garantizar la calidad en los servicios públicos, ya que ha habido también un aumento del 300% en los insumos y medicamentos y una disminución del 40% del financiamiento nacional en programas como Remediar por ejemplo", lamentó. Ningún funcionario porteño se animaría a decir algo semejante en público. Pero aquí también sucedió.

Al mismo tiempo y con el argumento de descentralizar la ejecución del programa, también se transfirió a las provincias y la Ciudad la atención de los beneficiarios de Incluir Salud, la prestadora estatal desarrollada para atender a los titulares de pensiones no contributivas, entre ellos, discapacitados, madres con siete hijos y más, mayores de 70 años en situación de pobreza, ex-combatientes de Malvinas, familiares de desaparecidos, etc. Ahora Nación se redujo a financiar (cada vez con menos plata) las prestaciones en medicamentos y consultas que realizan las provincias y la Ciudad. 

El resultado es que toda esa demanda que antes aquí se canalizaba en Incluir Salud, ahora recurre a los Centros de Salud y hospitales porteños, desbordando servicios que enfrentan un previsible incremento de requerimientos por parte de una población que, por el aumento de la desocupación tiene menos cobertura del sistema de obras sociales y por el incremento de las cuotas, debe abandonar a las prepagas. 

El ajuste porteño

La Ciudad no se quedó atrás. También ajusta en salud pública. Primero, con salarios a la baja frente al ritmo inflacionario, también entre los profesionales, enfermeros y auxiliares, muchos de los cuales hoy gambetean la pobreza como pueden. Pero además, con la reducción de servicios, como denuncia la Fundación Soberanía Sanitaria.  

De acuerdo con el informe realizado por la FSS, en la ciudad hay 563 camas de internación hospitalaria menos que en 2007, cuando asumió por primera vez Mauricio Macri como Jefe de Gobierno. Según datos de la Dirección General de Estadísticas y Censos del Gobierno de la Ciudad, en 2003 había un promedio de 25 camas cada 10.000 habitantes, mientras que en 2017 esta proporción se redujo a 23 camas cada 10.000 habitantes. La reducción de 563 camas, "equivale al cierre de los hospitales pediátricos de la Ciudad (el Gutiérrez y el Elizalde) o al cierre de dos hospitales generales como el Durand y el Santojanni", dicen desde la Fundación.

El estudio también señala una "baja significativa" en los egresos hospitalarios, es decir, la cantidad de pacientes que salieron de un hospital luego de haber sido internados. Al haber menos camas disponibles, los hospitales no tienen la capacidad suficiente para "dar respuesta a las demandas de internación de la población". Según el Dr. Nicolás Kreplak, médico del Hospital Ramos Mejía y ex viceministro de Salud de la Nación, desde el inicio de la gestión PRO "hay 30 mil internaciones menos por año".

Las consultas externas también disminuyeron. Según el informe de la Fundación, si bien hasta 2013 habían aumentado, a partir de ese año "se observa un descenso ininterrumpido con una caída abrupta en 2017 respecto a 2016 (800 mil consultas externas menos)". "Para hacer una consulta ambulatoria, que es aquella para la cual vos tenés que pedir un turno, tenés que tener ordenada la vida. Cuando hay precarización laboral, no te podés pedir el día o no tenés dinero para pagar la consulta o el transporte, no vas a hacer las consultas –afirmó Kreplak–. Este mismo patrón se dio en 2001".

Asimismo, el informe denuncia un deterioro en el nivel primario de atención. Si bien Kreplak reconoció que entre 2005 y 2018 las gestiones del PRO abrieron 7 Centros de Salud y Acción Comunitaria (CeSAC) nuevos (pasaron de ser 37 a 44), el número de consultas en estos establecimientos bajó entre 2007 y 2015. "Los CeSAC tienen un 22 por ciento menos de consultas", señaló el ex viceministro de Salud en declaraciones a Página 12. 

Así las cosas, no es extraño que la Ciudad exhiba hoy una mortalidad infantil igual a la de Misiones. 6,7 por mil nacidos vivos en 2017, según la Dirección de Estadísticas y Censos dependiente del gobierno porteño, cifra equivalente a la lograda el año pasado por la provincia norteña, con muchísimos menos recursos.

                       Santiago Pujol


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