Editorial | Hay plan B

Larreta y su futuro

La ciudad ya tiene su propio código electoral. Con él, Larreta logró la facultad de decidir si las elecciones próximas se unen a las nacionales o se realizan en forma separada. Así tiene la posibilidad de preservar su propia posibilidad de reelección de un eventual derrumbe electoral de Cambiemos en el orden nacional.
Buenos Aires, 6 de noviembre de 2018. Aunque falta casi año, toda una eternidad en Argentina, ya comenzó a rodar el preciso y complejo mecanismo que desembocará en la elección de nuevas autoridades en octubre del año que viene. En la ciudad, además de legisladores, tendremos que elegir comuneros y Jefe de Gobierno. En paralelo, estará la elección de Presidente, legisladores nacionales y diputados del Parlasur. Se harán juntas o separadas, de acuerdo a los beneficios que depare una cosa o la otra a nuestro Jefe de Gobierno.

Este horizonte que se aproxima, mueve a los estrategas de todas las fuerzas políticas a enhebrar su planes para alcanzar los mejores resultados posibles. Pero nadie sabe cómo será la situación del país en once meses y con qué ánimo votarán los ciudadanos. Por eso, tanto los de la oposición como los del oficialismo trazan planes alternativos. La oposición tiene el desafío de unirse para presentar una alternativa consistente. Los del oficialismo, el de ganar de ser posible, pese a las tormentas padecidas y la crisis provocada.

Ya se sabe que los próximos meses serán duros por la persistente inflación, la creciente recesión, ahora profundizada por las siderales tasas de interés aplicadas sobre el sistema crediticio por el gobierno en el intento de dominar la inflación y, por si esto fuese poco, la preocupante desocupación en alza por el cierre de fuentes de trabajo. Una pregunta para la que nadie tiene respuesta concreta es cuántos meses habrá de extenderse este panorama. Básicamente, porque nadie sabe cuándo comenzará a descender la inflación, estimulada por los incrementos de tarifas y la dolarización de los precios. 

Lo que todos suponen es que el dólar se mantendrá estable, mientras duren los fondos frescos aportados por el FMI. Luego queda la expectativa del ingreso de la recaudación de una cosecha excepcional o de inversiones externas. El evento agrícola depende del tiempo que, últimamente, acompaña poco y mal. Pero el buen clima no asegura que los exportadores liquiden los dólares cuando espera el gobierno. Entre otras cosas, porque el mismo gobierno les concedió un generoso plazo de diez años para hacerlo y si huelen devaluación, se sientan a esperarla y si temen los resultados electorales, prefieren guardarlos afuera. Las inversiones fueron, son y serán un espejismo mientras dure la fortísima recesión, salvo para hacerse de empresas a precios de remate, cuando llegue la temporada de liquidaciones, que será pronto. Razones para que pueda suceder que con este acuerdo del Fondo no se llegue a octubre sin una brusca devaluación previa. Con su inevitable impacto inflacionario y de mal humor colectivo.

Así las cosas hay un espacio limitado para el optimismo, lo que todavía explica la idea de avanzar por la reelección de las tres principales espadas del PRO en comicios simultáneos. Larreta cumpliría con su jefe y unificaría las elecciones, que deberían hacerse por separado según la anterior normativa, potenciando la ola amarilla en la Ciudad. Antes habrá unas PASO, con Lousteau de candidato a presidente, para contener a los díscolos de la UCR dentro del plato de Cambiemos. Otra candidata de siempre es Carrió, que ya salió a pintar murales promoviendo su figura.

Pero si las cosas van mal, como muchos temen, hay que pensar variantes. Una de ellas es separar las elecciones. Larreta mide hoy mejor que Macri, entre otras cosas por el incesante plan de obras públicas que se multiplican por toda la ciudad. Las cosas que están mal o peor, como la educación o la salud pública, son usadas por pocos votantes de Cambiemos y aún esos adjudican los problemas a la prepotencia sindical o al sabotaje kirchnerista. Pocos recuerdan que en la ciudad ya el PRO superó una larga década de gestión, con tres períodos consecutivos de Larreta en primera línea, primero como Jefe de Gabinete de Macri y ahora directamente, como Jefe de Gobierno. Entonces no hay pesada herencia que valga.


Lic. Gerardo Codina


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