Historias de nuestra comuna | Iglesia de la Santa Cruz

Los Hermanos Pasionistas en San Cristóbal

En 1881 el sacerdote Stone compró el terreno ubicado en la "manzana de la caridad", entre las calles Caridad (actual General Urquiza), Estados Unidos, 24 de Noviembre y Carlos Calvo para la comunidad de los Hermanos Pasionistas. Con el tiempo allí se erigió la Parroquia de la Santa Cruz. Hoy la manzana alberga además el Servicio Social, el local de Alcohólicos Anónimos, el Colegio y la Casa de Nazaret.
Buenos Aires, 5 de junio de 2018. En un principio los misioneros pasionistas sólo sirvieron a la comunidad irlandesa. De hecho, hasta el Concilio Vaticano II, las misas en la Santa Cruz se daban en inglés. Las misiones populares fueron siempre su principal tarea y las acciones pastorales de religiosos y laicos siempre estuvieron orientadas hacia los más empobrecidos, los crucificados de todos los tiempos. 

La historia de los pasionistas en Argentina está marcada por figuras como el Provincial Mateo Perdía, que en los ´70 puso a la congregación en sintonía con el Concilio Vaticano II, vislumbrando la iglesia de los pobres, Bernardo Hughes, párroco de la Santa Cruz entre 1967 y 1976, Carlos O´Leavy, entonces rector del Colegio que advirtió a los padres cuál era la línea pasionista respecto de la defensa de los derechos humanos, para que los no estuviesen de acuerdo buscasen matrícula en otra escuela para sus hijos, Jorge Stanfield, Carlos Delaney y el padre Richards. En la iglesia de la Santa Cruz nacieron la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH).

En 1977 los hermanos pasionistas pusieron a disposición de un grupo de Madres de Plaza de Mayo y de familiares de desaparecidos una sala contigua a la iglesia para que pudieran realizar sus reuniones semanales. El grupo trabajó en ese espacio para ultimar los detalles de una solicitada que aparecería en el diario La Nación para Navidad, pidiendo por la aparición de un interminable listado de los 30.000.

Hasta allí llegó como infiltrado el marino genocida Alfredo Astiz, quien señaló una a una a las doce personas que la Marina secuestró el 8 de diciembre en la misa de la tarde, entre ellas dos Madres de Plaza de Mayo, Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco, y la monja francesa, Alice Domon. Dos días después secuestraron a Azucena Villaflor de De
Vincenti, la fundadora de Madres de Plaza de Mayo, y a la religiosa Leonie Duquet. Todas fueron llevadas a la ESMA y luego arrojadas vivas al mar, que las devolvió a las playas de Santa Teresita. Permanecieron 28 años enterradas como NN en el Cementerio de General
Lavalle, hasta que en julio de 2005 el Equipo de Antropología Forense logró reconocer restos
encontrados en el cementerio. En el Solar de la Memoria ubicado en el predio de la Iglesia, descansan hoy Esther, María, Leonie y Angela Auad.

La iglesia mantuvo siempre su compromiso con los problemas sociales, trabajando junto a los obreros de Brukman, los trabajadores del Hospital Francés o la Multisectorial de San Cristóbal. En palabras de su párroco: "Nosotros no creemos en la teoría de los dos demonios, respaldamos una memoria viva. Hay memorias que olvidan. No queremos entrar en ese juego. Por eso intentamos estar donde hay que estar, con los conflictos barriales, la lucha de los trabajadores, el trabajo con los pobres, ollas solidarias, emprendimientos. Estamos en contra de que no se distribuya la riqueza. Eso fue ayer y sigue siendo hoy".

                                                                                                                       Norberto Alonso


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