Editorial | El fascismo de Avogrado

Las víctimas son las culpables

Aferrado al manual del estilo macrista, el ministro de Cultura de Larreta, Enrique Avogadro, culpó a las víctimas. No trepidó en denunciar como "fascistas" a los estudiantes de profesorados porteños que irrumpieron la ceremonia de inauguración de la Feria Internacional del Libro con sus reclamos.
Buenos Aires, 8 de mayo de 2018. Argumentando que "los profesorados seguirán funcionando, aunque con algunos cambios", algo que no figura en el proyecto de ley que actualmente se debate en la Legislatura para la creación de la UniCABA y que nadie desde el gobierno explicó antes a los docentes y estudiantes movilizados, precisamente, contra el cierre de los profesorados, Avogadro insistió en que "si no nos podemos escuchar, el diálogo está roto".

El conflicto estaba cantado desde que se tuvieron noticias de la iniciativa oficial. La primera novedad que recibieron los docentes y alumnos de los profesorados del proyecto de reforma no fue la presentación institucional de lo que se pretendía hacer. No. Fue por una campaña publicitaria a principios de diciembre pasado. Una encuesta trucha fue diseminada en las redes sociales por el ejecutivo porteño, pero fundamentalmente fue replicada mediante el padrinazgo de los grandes medios de prensa: "¿Estás de acuerdo en que la carrera docente pase de ser terciaria a universitaria?". Nada se decía entonces del futuro de los profesorados.

Luego se conoció el proyecto de ley, nunca consultado con la comunidad educativa y puesto en debate de la Legislatura sobre el cierre del año, para un tratamiento exprés, que se pudo evitar por la movilización de la comunidad educativa y con la anterior configuración parlamentaria, donde el oficialismo no tenía mayoría. Tampoco el proyecto en consideración contiene precisiones sobre el destino de los profesorados, alguno de ellos de enormes especificidades, como el de enseñanza a ciegos y sordos. 

Un tema de semejante significación es tratado como si fuese la promoción de una nueva marca de jabón y luego algunos se molestan por las reacciones que generan. El "fascismo" que tanto le molesta al ministro Avogadro consiste en imponer por la fuerza medidas que afectan la vida de todos, como intenta hacer el gobierno del que forma parte, con la reforma compulsiva y sin debate del sistema de formación docente de la Ciudad de Buenos Aires.

Dialogar no consiste en silenciar a todos para que sólo se escuche la voz oficial, como intenta hacer esta gestión, empeñada ahora incluso en el cierre de los medios vecinales, que también parecen molestarle. Sería bueno que en vez de Avogadro, la ministra responsable del área educativa, Soledad Acuña, le explique a la sociedad que no se pretende cerrar los profesorados, sino integrarlos en un proyecto de universidad de formación docente. Perfectamente pueden convivir ambas instancias y nadie estaría en desacuerdo en ello, si se respetan las historias y singularidades de los 29 profesorados existentes, que atesoran una tradición pedagógica que es patrimonio de toda la comunidad. 

Una formación terciaria basada en las prácticas supervisadas dentro del mismo sistema de educación pública, puede perfectamente articularse con un nivel superior universitario que habilite títulos mayores de grado a los futuros maestros y profesores. Pero nada de eso estaba en la intención oficial. Hubiese sido sencillo de explicar y hubiera concitado la adhesión plena de docentes y alumnos. ¿Quién no quiere la mejora de la formación?  

La explicación actual de Avogadro sólo es un intento de mostrar a las víctimas de la política oficial como irracionales, quitándoles todo argumento ante la opinión pública para su fundada protesta. Es otra manera de mentir. Del mismo modo que manifestarse ofendidos por no haber podido hacer uso de la palabra, después que silencian por todos los modos posibles al que piensa diferente. Eso es fascismo, Avogadro.


Lic. Gerardo Codina   


Compartir nota en las redes sociales Enviar Imprimir

Dejanos tu comentario