Buenos Aires, 27 de marzo de 2018. Durante el anterior verano proliferaron los alacranes en la Ciudad de Buenos Aires, especialmente en sitios muy calurosos y húmeros como el subte. Varios pasajeros y trabajadores del metro porteño reportaron durante los meses estivales la aparición de alacranes, todos de baja toxicidad. La mayoría de los casos correspondieron a zonas circundantes con las estaciones del subte y del tren.

El caso más grave fue el de un nene que sufrió cuatro paros cardíacos por la picadura de un alacrán mientras dormía en un departamento en Palermo en enero pasado. Pero el viernes pasado, a pesar de que las temperaturas bajaron y habían desaparecido los descubrimientos de estos arácnidos, un joven resultó picado y tuvo que ser internado.

Matías Sánchez, alumno de la Escuela de Comercio Carlos Pellegrini, iba a bañarse en su casa en Balvanera cuando sintió una picadura. Debió ser atendido en los hospitales Ramos Mejía y Muñiz.

Según trascendió, en la zona donde vive el joven picado hubo movimientos de tierra por obras de cloacas en Avenida Independencia entre La Rioja y Deán Funes. En ese barrio, además, existen terrenos baldíos que por la falta de limpieza permiten la proliferación de insectos como las cucarachas, que son el principal alimento de los alacranes.

El veneno del alacrán es una neurotoxina que actúa en las terminales nerviosas periféricas, provoca la liberación de mediadores químicos que son los responsables de los síntomas. Si el veneno llega directamente a un vaso sanguíneo el dolor puede ser atenuado o faltar, al tiempo aparecerán los síntomas generales.

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