Sociedad | El arte no tiene mérito

Un relato sin premios

Borges, Güiraldes, Gorostiza, Viñas y Mujica Láinez tienen en común haber recibido en su momento el Premio Nacional de Letras, gestado en 1913. Alfonsina Storni, Arlt y Marechal, entre otros, el Premio Municipal de Literatura. Ambos premios están suspendidos por una gestión para la que están "desdibujados".
Buenos Aires, 6 de febrero de 2018. En una época en la que se valoraba la creación y se pensaba la proyección cultural de Argentina en el mundo como un elemento de prestigio nacional, la sociedad celebraba a sus artistas más fecundos y los destacaba como ejemplos sociales, además de reconocer sus aportes mediante una pensión honorífica. Se consagraba la trayectoria. Se honraba el mérito. Pero además se pensaba que el arte era también una forma de construir una nacionalidad en la que sus múltiples voces adquiriesen registro y estatura reconocibles desde lejos. La ciudad no cedía en su voluntad de refulgir con brillo propio ante la Nación y generó sus propios premios. Ahora parece que ese pasado ya no importa.

A lo largo de más de un siglo, estos galardones sufrieron todos los avatares de nuestra historia. Varios años no fueron convocados. Pero actualmente es con un argumento novedoso, según el actual ministro de Cultura porteño, estarían "desdibujados".  "Los premios se postergan porque se considera que no son una prioridad, como si se tratara de un lujo, cuando en realidad la erogación es insignificante dentro de los presupuestos nacionales y municipales", opina Tamara Kamenszain, Premio Municipal en 1999 en la categoría ensayo con La edad de la poesía, en declaraciones al diario Página 12. En el peor de los casos, directamente se los ignora y se considera que no son un asunto de Estado y no se entiende para qué existen. La escritora Ana María Shua, ganadora de los dos premios, dice que es una forma "un poco absurda" de ahorrarle dinero al Estado.

Selva Almada precisa que el premio Municipal se viene convocando cada dos años puntualmente, pero hace dos bienios que no se otorga. "Según nos explicó el funcionario a cargo, el presupuesto está desactualizado tanto para el premio en sí como para los jurados. De todos modos, el material fue recibido y allí está, en la dulce espera", advierte Almada, integrante de la Unión de Escritoras y Escritores. "La jubilación que se otorga cuando los premiados alcanzan la edad jubilatoria es una ayuda económica muy importante para un oficio la mayoría de las veces mal pago -cuando se paga; hay una idea de que el trabajo del escritor no es un trabajo si no un lujo que nos damos unos pocos- que se ejerce de manera informal, sacándole tiempo a trabajos formales. Pienso en (Alberto) Laiseca, a un año de su muerte: uno de los escritores más importantes de nuestro país tuvo que hacer malabares para poder pagar sus cuentas los últimos años de su vida. Muchos escritores y escritoras llegan a esa situación en la vejez y la posibilidad del Premio Nacional se presenta como una gran ayuda", reconoce la autora de El viento que arrasa.

"Si convenimos que la cultura para un país no es lujo sino una producción más que lo posiciona ante el resto de las naciones, incluso económicamente, las consecuencias de postergar los premios son graves", subraya Kamenszain. Shua recuerda que los Premios Municipales están sostenidos por una ley de la legislatura de la ciudad. "Tarde o temprano tendrán que darlos, porque la ley no se puede modificar retroactivamente. En cambio, no hay una ley de Premios Nacionales, con lo que no se trata de un atraso sino de una suspensión por tiempo indefinido -compara la autora de Los amores de Laurita-. La gente que produjo sus obras en esos años puede quedar en situación de no poder presentarlos nunca, como le pasó a muchísimos escritores durante los casi diez años a partir de la crisis del 2001. Quizás en el momento en que produjeron sus mejores obras, no pudieron presentarlas. Para muchos escritores, sobre todo para los que escriben una literatura prestigiosa pero poco comercial, ganar un premio con subsidio es, simplemente, la posibilidad de una supervivencia digna. La mayor parte de la gente no sabe que a los escritores nos toca solamente el 10 por ciento de lo que se paga por un libro", siempre que los derechos de autor se liquiden fielmente.

El desdén por la cultura también alcanzó para liquidar un ballet nacional y tener en el olvido al Ballet Folclórico Nacional. El abandono de los premios de literatura no extraña en una gestión que mantuvo cerrado por años el Teatro San Martín y que alquila el Colón para fiestas privadas. 

Santiago Pujol


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