Editorial | Personas a la intemperie

Operativo Frío

Como hace unos años, la ciudad comenzó el 1º de junio el llamado Operativo Frío. Se trata de un programa que involucra a diferentes agencias gubernamentales, destinado a la atención de personas en situación de calle durante la temporada invernal. Se distribuyen frazadas y ropa de estación, se brinda comida, se oferta alojamiento en los paradores públicos, donde se pueden higienizar y dormir en una cama. Buenos Aires, 14 de junio de 2106. Para llegar a todos los que están a la intemperie, el gobierno moviliza a unos 700 trabajadores, distribuidos en 40 equipos móviles que recorren los barrios porteños entre las 19 y las 3 de la mañana. Además solicita la colaboración de la población para ubicar a los necesitados, mediante la recepción de llamados a la línea 108. Según el mismo gobierno informa, cien llamadas se registran diariamente.

En los 35 alojamientos gratuitos existentes para atender esta problemática, hay 1680 camas previstas. Sin embargo, contrariando todos estos números informados oficialmente, el Jefe de Gobierno Rodríguez Larreta estima en declaraciones a la prensa que el número de personas durmiendo en la calle es de 800.

Exactamente dijo “cerca de 800” y agregó que es una cifra que se “mantiene estable en los últimos cinco años”, según publicó el portal Diario Z. Es más, las estimaciones oficiales provenientes del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la ciudad, publicadas por el diario La Nación, indican una cifra que oscila alrededor de las 850 personas que duermen cotidianamente en la calle, similar según ellos, a la registrada en 2011.

Estas estimaciones son rechazadas por algunas de las organizaciones sociales que abordan la problemática. Horacio Ávila, de la ONG Proyecto 7 que gestiona el parador Monteagudo en Parque Patricios, al que diariamente concurren 120 personas, no cree en las cifras oficiales. “Si esa cifra fuera real, ¿por qué tienen 700 personas trabajando en el Operativo Frío?”, se pregunta Ávila.

Del mismo modo, pueden observarse otros datos que no cierran. Por caso, el número de frazadas que la ciudad anunció que repartirá este año. Quince mil. Más de 17 por cada persona en calle, según los datos del gobierno. No parece posible. A menos que alguno de los números en juego no sea verdad. O las frazadas o los indigentes.

Es lo que cree Ávila. “Mienten y siguen mintiendo”, dice en referencia al número de personas que duerme a la intemperie. En su estimación, superan las 22 mil y aumenta cada vez más. “En todos los paradores no para de llegar gente nueva”, afirma y adjudica el hecho a un conjunto de razones, entre las que sobresalen la imposibilidad de pagar alquileres y la pérdida de trabajo.

Completa su evaluación con un mal pronóstico. “Creemos que esto va a empeorar. Muchos llegan porque ya no pueden ni comer. En todos los paradores estamos desbordados. La situación es terrible.”

Más allá de las cifras reales, que parecen claramente disimuladas por las autoridades, cada persona durmiendo a la intemperie es un escándalo. Escándalo que se quiere naturalizar como parte del paisaje urbano, aunque no tiene nada de natural y sí mucho de injusticia social.

El mal pronóstico que adelanta Ávila se hace verosímil con el auge de la carestía y la crisis. Es tiempo de multiplicar los corazones solidarios. Pero más allá del abrazo fraterno, no puede ignorarse la raíz del problema. Una economía que no está al servicio de los hombres y mujeres del pueblo.


Lic. Gerardo Codina

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