Editorial | Larreta y su desafio

Relanzar el gobierno

El éxito de Macri en Nación y Vidal en la Provincia, colocó a Horacio Rodríguez Larreta en un segundo plano de la política nacional, más allá de que gobierna uno de los principales distritos de país. De hecho, los eventos más trascendentes desde el punto de vista periodístico en relación con la Ciudad, estuvieron vinculados a decisiones del gobierno nacional. Tanto el traspaso de gran parte de la Policía Federal, como la ampliación de la coparticipación porteña, fueron decisiones impensables sin Macri en la Rosada. Buenos Aires, 9 de febrero de 2016. Larreta es ante todo un administrador, pero no deja de tener ambiciones políticas. Si hasta aquí estuvo al servicio del proyecto encarnado en el ahora presidente, a medida que corren los días se acentuará su necesidad de mostrar un perfil propio, que le permita proyectar su futuro más allá del distrito que está gobernando.

En la galaxia PRO es Vidal, después de Mauricio, quien concentra las miradas, pues todos perciben que es en la mayor provincia argentina donde se decide a suerte y verdad el destino de la aventura que comenzó tiempo atrás con la titularidad de Boca Juniors. Larreta no lo ignora y para no perder protagonismo, debe encontrar la forma de relanzar su gestión.

Un camino en esa dirección empezó a recorrer en estos días. Después de ocho años gobernando, pocos argumentos quedaban para desatender el desmadre de la venta callejera, sobre todo luego del traspaso de la Federal a la órbita local. La sucesión de operativos en Caballito, Flores y Once muestra la voluntad política de recobrar el control de las calles y atiende la necesidad de preservar la buena voluntad de los comerciantes afectados por la competencia desleal. Pero la apuesta puede resultar infructuosa.

Además de los enormes beneficios que genera la actividad para sus financistas, lo que habilita la capacidad de múltiples “comisiones” para asegurarse la vista gorda de controladores y policías, la venta callejera o ilegal se nutre de las necesidades de muchos que pugnan por sobrevivir en una ciudad que cada día es un poco más cara y donde no se generan tantas oportunidades de trabajo como las que harían falta.

A menos que se recurra a la represión en gran escala y buena dosis de violencia, el escenario podría mutar a una especie de juego a las escondidas, en el que los manteros desaparecen de los lugares en los que se satura de presencia policial las calles, para reaparecer allí donde los controles se relajan o no tienen dimensión suficiente. La tecnología de la vigilancia, con cámaras y drones, puede hacer más rápida la respuesta represiva, como se comprobó con el control de la calle Florida, pero no hace desaparecer la actividad, que se va mudando de barrio.

Más allá del eventual éxito o fracaso del accionar policial en la disputa con los vendedores ilegales, queda pendiente para Larreta definir acciones de gobierno que le aseguren un nombre destacado y propio como gobernante, como lo hicieron el metrobús y las bicisendas con Macri. Todo un problema de imaginación para un hombre que estuvo en cada paso que emprendió la gestión local en los últimos ocho años.

Por ahora lo que trasciende de sus planes de gestión se relaciona prioritariamente con la redefinición de la relación entre la Nación y la Ciudad. Transferencia de lo que resta del Poder Judicial, el Puerto y el juego, entre otros temas. Pero esa agenda tiene al menos dos problemas. Uno, que se asociará inevitablemente con las acciones de Mauricio Macri a favor de la Ciudad. Otro, que multiplicará las tensiones que ya expuso la nueva versión de federalismo inaugurada por el gobierno del PRO, algo que cuesta votos imprescindibles en el Parlamento. Por esas dos razones, Larreta necesita definir otra lista de prioridades para relanzar su gobierno.

Lic. Gerardo Codina


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